JULIO 16
HEBREOS 10: 23
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
¿Qué tan firme y constante es nuestra fe en Dios? Si nos hacen esta pregunta, muy seguramente responderemos que somos creyentes y que como tales, nuestra fe en el Señor es un pilar fundamental en nuestras vidas.
Sin embargo, al mirar en nuestro interior, muy probablemente podremos recordar a través de la vida como sus hijos, muchas ocasiones o etapas que hayamos vivido en las que nos hemos enfriado en nuestra relación con Él, en las que nos hemos sentido alejados o lo hemos puesto en segundo lugar. Con tanta información verdadera y falsa mezclada en las redes sociales, fácilmente nos podemos desenfocar y olvidar cuán grandes son sus obras, manifestación del inmenso amor que nos tiene.
Digamos que nuestra fe es firme, pero vacila dependiendo de las circunstancias. Cuando nos centramos en nosotros mismos, esa fe es más fluctuante, porque Dios, a veces nos da y a veces pareciera que no nos escucha, y en esos momentos nos sentimos desesperanzados y dubitativos no de Él sino de si realmente debemos pedirle.
Pensemos en nuestros roles en esta tierra, principalmente en el de padres. Tengo dos nietecitas pequeñas y observo cómo reaccionan cuando sus padres parecen no escucharlas y no puedo más que comparar su conducta con la nuestra. Dios siempre nos escucha y como nuestro padre, unas veces nos da, otras parece no ecucharnos y otras nos dice definitivamente, no.
Nuestra vida debe estar centrada en Él, con la certeza de que es fiel y nos dará lo que nos convenga. Él moldea nuestro carácter para que cada día nos hagamos más como quiere que seamos. Si nos envanecemos, nos ubica, si estamos desesperados nos calma, si algo requerimos, nos lo da. Los invito a recordar que Él es nuestro centro y que de allí no debemos moverlo.
Amado Padre celestial, gracias porque con tus palabras nos muestras cada día cómo debemos proceder. Elegimos estar siempre dependiendo de ti. Declaramos que eres el centro de nuestras vidas y que de ti recibimos solo lo mejor. Por favor ayúdanos a mantener la firmeza de nuestra fe y a que las circunstancias no nos muevan como a veletas. Te adoramos y oramos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.