MARZO 3

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

LA PALABRA DE DIOS

EFESIOS 6:10-17

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo.

12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

REFLEXIÓN

En muchas ocasiones los hechos se suceden paradógicamente. Cuando andamos un poco alejados de Dios, nos sentimos seguros y tenemos éxito en lo que hacemos. Pero cuando nos decidimos por Él, cuando luchamos con nuestros pecados, cuando tratamos de obedecerlo y medianamente lo estamos haciendo, comienzan a aparecer una serie de hechos que nos ponen a pensar si se trata de casualidades o si estamos frente a una lucha espiritual ocasionada precisamente porque estamos haciendo las cosas según la voluntad de Dios.

La salud, la economía, el trabajo, la familia, las posesiones, todo se ve bombardeado de una manera inexplicable. En este punto acudimos a la palabra de Dios y encontramos a Efesios 6:12 que nos aclara que "No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".

Aparentemente tendríamos que preocuparnos porque nuestro mundo comienza a tambalear, pero no, debemos sentir que estamos haciendo la voluntad de Dios nuestro padre y por ese motivo todas esas huestes se revuelcan y tratan de lesionarnos. Podemos tener la certeza de que Dios es fiel y no nos va a dejar tirados. Solo tenemos que descansar en Él y reafirmar nuestra fe, nuestro deseo de agradarlo y hacer su voluntad.

Para ello nos entrega unas herramientas para que nuestra lucha no sea desigual, para que el diablo sepa que no puede enfrentarse a los hijos de Dios. Su armadura nos  protege y nos da la resistencia que requerimos. Nos exhorta a ceñir nuestros lomos con la verdad y a usar la coraza de la justicia. Nuestra siguiente heramienta es el evangelio. Nuestro escudo es la fe, y la espada es la palabra de Dios.

Por ello, no importan las circunstancias que nos rodeen, las aparentes dificultades que se nos presentan una tras otra, las enfermedades que nos agobian. Tenemos a Jesús en quien somos mas que vencedores y podemos tener las certeza de que la lucha está ganada. El verso 4 de Santiago dice: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros". Una tras otra las batallas serán ganadas y el diablo y sus maquinaciones se acabarán porque como dice Job 42:12 "Y bendijo Dios el postrer estado de Job más que el primero", así será con nosotros sus hijos que no queremos apartarnos de Él y dar a conocer su palabra.

Amado Padre celestial estamos librando batallas espirituales que nos hacen temblar, día tras día, de unas formas que no imaginábamos. Nos atacan por todos los flancos. Sabemos que eso se debe a que estamos haciendo tu voluntad, divulgando tu palabra, tratando de llegar a quienes no te conocen verdaderamente. Pero Señor en ti nos sentimos fuertes y te suplicamos humildmeente que te pongas delante de nosotros, que te vean a ti y sientan que contigo nada pueden, porque tu eres omnipotente, porque eres el poderoso de Israel que respaldas a tus hijos y no nos dejarás en vergüenza jamás. Te adoramos Señor, amén.