PROVERBIOS 15:1-4
1 La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.
2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces.
3 Los ojos de Dios están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.
4 La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
Permanentemente en nuestras relaciones de cualquier índole, nos vemos confrontados y con deseos de reaccionar ásperamente para mostrar nuestro desagrado al considerar que nos han ofendido, menospreciado, irrespetado, en fin, porque no obtenemos las respuestas que esperamos o porque sentimos que nos increpan de manera inapropiada, pensando solamente en nuestro yo. Lo más común es que respondamos reactivamente, agrandando el malestar de lado y lado y dejando un sinsabor en todos, independientemene de si "ganamos" o nó.
El Señor nos enseña a ser mansos. A apaciguar a nuestros interlocutores o adversarios dando siempre respuestas suaves que le bajen el tono a las discusiones. Cuando a una persona enfurecida le contestamos con tranquilidad, cuando tratamos de ponernos en su orilla, la respuesta tiene que ser amistosa, ojala amorosa para que baje sus armas.
Cuando nos irritan con palabras agresivas o necias, cuando desafían nuestra autoridad o cuando nos dan respuestas ásperas a las palabras que con buenas intenciones hemos proferido debemos recordar lo que nos manda el Señor y darle gracias porque nos está tratando, para que seamos humildes, para que entendamos que el ego no es buen consejero, para que seamos cada día más sabios y para que entendamos que debemos aprender a controlarnos.
Recordemos que no importa donde estemos, el Señor siempre nos acompaña, dándose cuenta de lo que hacemos y de lo que nos ocurre, y como es a Él a quien debemos agradar en todo momento, no nos gustaría que escuchase respuestas inconvenientes que al final nos dejarían un sabor amargo y nos robarían la tranquiliad. En su palabra nos enseña que la lengua apacible es árbol de vida y por lo tanto debemos empeñarnos en que de nuestra boca salgan palabras de paz, de bondad y mansedumbre.
Amado Padre celestial queremos reconocer ante Ti que en muchas ocasiones nos cuesta mucho trabajo refrenar nuestra lengua cuando nos sentimos maltratados. Sin embargo sabemos que lo que tu prefieres es una lengua apacible que genere armonía. Sabemos que Tu nos acompañas siempre y por eso te suplicamos nos lleves a actuar de manera apropiada, de acuerdo con tu voluntad y para agradarte. Te adoramos Señor y te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.