ZACARÍAS 7:9
Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.
MARCOS 12: 29-31
29Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
LUCAS 6:30
Y á cualquiera que te pidiere, da; y al que tomare lo que es tuyo, no vuelvas á pedir.
1 CORINTIOS 10:24
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
GÁLATAS 5:14
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
1 JUAN 3:17
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
El amor al prójimo no solo es el mandamiento más importante que nos dió el Señor, sino la responsabilidad mayor en nuestras vidas. Desde el antiguo testamento, nuestro Señor nos insta a ser misericordiosos, indulgentes y compasivos con todas las personas, especialmente con las que están en condiciones de vulnerabilidad.
La situación del mundo y específicamente la del país, es muy grave. La inconformidad por la mala situación económica que tiene mucha gente ha desatado un estallido social. Por ello, es ahora cuando nos debe venir a la mente la palabra y el ejemplo de Jesús que con su vida nos regaló la salvación, y actuar en consecuencia. Al que nos pida, démosle; si tenemos solo un poco de harina, actuemos como la viuda de Sarepta lo hizo con Elías.
Nuestra obligación no es solo con nosotros, también la tenemos con nuestro hermano que sufre. De alguna manera, somos responsables de aquellas personas que no tienen qué comer, que venden chicles en los semáforos. Comprar un chicle no resuleve su necesidad imperiosa de comer, así que tratemos de dar como quisiéramos que lo hicieran con nosotros. En cada mercado que hagamos, compremos también para el que nada tiene. Tratemos de ver el rostro de Jesús en cada persona que lo necesite.
El Señor nos dice que no busquemos nuestro propio bien sino el del otro porque eso es lo que Él hizo: Dio lo máximo que tenía: su vida por nosotros. Por ello, no demos de lo que nos sobra sino de lo que no tenemos. Si tengo 10 debo dar 100. Porque si somos hijos de Dios, debemos ser testimonio de ello. No demos para que nos agradezcan. Demos para sentir felicidad porque otra persona va a recibir del amor de Dios. Al final, el Señor nos dará nuestra recompensa, tal como dice Mateo 25: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. porque en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". La certeza que tenemos es que nunca nos dejará ni nos desamparará. Él es el dueño del oro y de la plata.
Amado Padre celestial, muchas gracias por ese infinito amor que tienes por nosotros y por el que has puesto en nuestros corazones para que nos condolamos de nuestros hermanos. Entendemos que debemos reflejar tu amor en nuestras acciones y que debemos ver tu rostro en aquellas personas que tienen necesidades. Gracias por poner en nosotros el deseo de ayudar y por que nos permites entender que no tenemos que preocuparnos de nada porque somos tuyos y como tales tenemos el reino en nuestras manos. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.