ABRIL 3
JUAN 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
JUAN 14:6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
ROMANOS 5:8-10
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
HECHOS 2:21
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
HECHOS 4:12
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Hace poco celebramos la semana santa que conmemora el mayor acto de amor que ha podido existir y que cambió radicalmente las relaciones entre Dios y los hombres. Si; dado que el hombre se encargó de acabar la línea directa con Dios, el Padre decidió dar una oportunidad para restaurar esa relación, y para ello, ofreció a su hijo para que viniera a comprarnos por precio de sangre. Él no necesitaba hacerlo, pero tomó tan dura decisión por un acto de infinito amor, tal como lo dice Juan: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Jesús sabía lo que le esperaba y aunque como dice la palabra en Mateo estaba "inmensamente triste, hasta la muerte", decidió obedecer a su Padre y pagar ese alto precio por nuestra vida espiritual. Porque como dice Romanos, "Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". Sin embargo, el asunto no terminó ahí.
Aparentemente, con la muerte de Jesús, los apóstoles y demás seguidores quedaron devastados y sin piso para seguir creyendo. Ocurrió entonces, que al tercer día, tal como lo había anunciado, Jesús resucitó de entre los muertos y sentó las bases para que su sacrificio y el precio que pagó por todos y cada uno de nosotros rindiera frutos. De hecho, si no hubiera sido así, com dice Pablo en Corintios, "Vana sería nuestra fe".
Jesús allanó el camino. Nos dio la ruta para continuar y acercarnos al Padre. Jesús le dio sentido a nuestras vidas. Como hijo de Dios, les dijo a sus discípulos " Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Jesús, nos justificó por su sangre y nos salvó de la muerte eterna.
Somos salvos por gracia, por su muerte, no por nuestros méritos. Nos salvó a pesar de nosotros mismos y al recibirlo en nuestro corazón sellamos ese pacto que nos garantiza la vida eterna a su lado. Por eso, Pablo nos enseña dos cosas muy importantes para nuestra vida. La primera es que ya somos salvos, independientemente de lo que hagamos o dejemos que hacer. Esta condición no tiene reversa, La segunda está expresada en Hechos "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". Nos debe quedar claro que solo a través de Jesús y solo de Él, somo salvos. Fuera de él no hay salvación porque como dice Hechos 4:12 "No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos".
Por todo lo anterior, la celebaración de la semana santa es una conmemoración de victoria. Nuestro señor Jesucristo venció y nos dejó de regalo la salvación y la vida eterna. Recordar su padecimiento es el primer paso para valorar en la medida en que podamos, su amor y su gran poder. La salvación es el mejor regalo que podemos recibir y su amor es la enseñanza más importante para que vivamos su amor.
Amado Padre celestial, gracias, gracias. No encontramos palabras para responder y expresar nuestros sentimientos de amor y vergüenza por lo que tenemos que ver en la muerte de tu adorado hijo. Gracias porque nos has limpiado y lo haces cada vez que pecamos y nos apartamos de tu amor; de ese infinito amor que nos has manifestado y nos has enseñado a ejercer con todas las personas. Queremos ser testimonios de ti, queremos que en cada persona veamos tu rostro y entendamos que el amor es lo más importante que puede existir, porque fue lo que movió al Padre a entregarte por nosotros. Te adoramos Padre, te adoramos Señor Jesús. Amén.