OCTUBRE 19

Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

LA PALABRA DE DIOS

LUCAS 18:9-14

9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:

10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.

11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;

12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.

13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

REFLEXIÓN

Entregarnos a Dios significa mucho mas que hacer una oración. Entregarnos al Señor es cambiar nuestro estilo de vida. Es renunciar a la confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades y estar quietos frente al Señor y esperar su revelación. Es sentir su presencia y nuestra pequeñez, nuestra impotencia y nuestro juicio limitado y parcializado.

Lo primero en todo caso es reconocer que somos pecadores, declarar que justo solo hay uno, el Señor, y que queremos que nos perdone, tenga misericordia de nosotros y dirija nuestra vida. Debemos tener mucho cuidado con esos momentos de soberbia en los que creemos que somos autosuficientes, que podemos controlar lo que ocurre, que podemos predecir el futuro y que por nuestro propio valor nadie puede atacarnos, ni urdir contra nosotros nada. Cuidado con declarar que somos buenos según nuestra propia opinión.

En los versículos 10 a 12 nos muestra Lucas la postura del fariseo, postura que debemos evitar para que el Señor nos mire con agrado, porque nos humillamos ante Él y aceptamos nuestras debilidades y limitaciones.

Debemos como el publicano postrarnos ante Dios y suplicar por su misericordia, compasión y perdón de nuestros pecados. Lo dice Lucas refiriendo la parábola que les contó el señor Jesús, que Dios mira al que se humilla, con agrado y lo perdona. Además, lo escucha y es propicio a sus peticiones.

Amado Señor, gracias por esas maravillosas enseñanzas que nos das en cada porción de la biblia que leemos. En todas ellas aparece tu amor y cuidado para con nosotros. En cada porción nos enseñas a actuar para vivir en el plano espiritual a pesar de estar en este mundo. Por favor Señor no nos sueltes; protégenos de los que se yerguen para hacernos mal, demuéstrales que tenemos como padre al dueño del universo, que para salvar a su pueblo, no solo lo sacó de Egipto, dividió el mar para que lo atravesaran, les envió comida mientras estuvieron en el desierto, sino que acabaste con reyes y lo favoreciste. Entendemos Señor que el requisito es confiar solo en ti, no envanecernos y nunca confiar en nuestras capacidades. Oramos en el nombre de Jesús, amén.