SALMOS 103:19-22
19 Dios estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos.
20 Bendecid al Señor, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto.
21 Bendecid a Dios, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid al Señor, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Dios.
ROMANOS 8:28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Dios, el Señor, el Eterno, como quiera que lo llamemos es el creador y el dueño del universo. Su grandeza es infinita y frente a lo ínfimos que podemos parecer frente a la grandeza de todo lo creado podríamos considerar que no se detiene ante pequeños detalles. Sin embargo, Dios tiene el control de todo y en ese todo está nuestra vida. Con su infinito amor, Él cuida de los más pequeños detalles de nuestras vidas. Nuestras preocupaciones, nuestra salud, nuestra vida están en sus manos, en las mejores manos que pueden existir.
Muchas veces es muy difícil estar seguros de que Él está a nuestro lado, que está pendiente hasta de cualquier mínimo detalle, pero si en su palabra lo dice, así será. Por eso, en los momentos de mayor oscuridad, cuando la fe flaquea frente a la ausencia de las respuestas que esperamos, frente a la resolución de nuestros problemas, cuando en vez de mejorar nuestra situación parece empeorar, cuando vemos a los que hacen daño prosperar y a los que procuran ser mejores cada día para ser agradables a Él sumidos en la desesperanza, el Señor tiene una respuesta. Y como sale el sol en la mañana, así se aclarará nuestro pensamiento y veremos la luz de nuestro Señor que como dueño y amo del universo, nos muestra que tiene el control total de nuestras vidas y por ello todo nos ayuda a bien conforme al propósito que tiene para nuestras vidas.
Gracias amado Padre. Nos revelas que tienes el control total del universo y dentro de él estamos nosotros. Gracias porque ese control incluye todo lo nuestro, hasta los detalles más nimios. NO debemos preocuparnos de nada. Solo descansemos en sus brazos, recostémonos en su regazo y obedescámoslo cuando nos dice "Venid a mi los que estais trabajados y cargados que yo os haré descansar". Señor, gracias por darnos la medida de fe que requerimos para ello. Te adoramos Señor, en el nombre de Jesús, amén.