MARZO 6
SALMOS 91:9-16
9 Porque has puesto a Dios, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación,
10 No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.
11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
12 En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.
14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15 Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.
16 Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.
Del Salmo 91, debemos recordar que fue escrito para un grupo especial: "el que habita al abrigo del altísimo" como dice en el verso 1. Y por esa razón, porque hemos puesto al Señor como nuestra habitación, porque tenemos con Él una relación permanente de intimidad, porque día tras día abonamos nuestra relación a través de la obediencia y la oración, podemos estar absolutamente seguros de que Él nos protegerá porque su promesa es en el si y en el amén.
El verso 10 dice: "No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada" Esta promesa nos da la certeza de que estamos cubiertos por su sangre preciosa y nosotros y nuestra casa están protegidos. El Señor no solo manda ángeles alrededor de nosotros para que guarden nuestro andar para que no nos dejen caer, sino que podemos estar tranquilos porque en nuestras relaciones ni siquera un rey o un poderoso nos podrá humillar ni hacer el mal.
La razón de toda esa protección es una. Dios nos dice que si en Él hemos puesto nuestro amor, su reciprocidad será su cuidado de nosotros. Nos escuchará, nos librará de todo tipo de plagas, nos acompañará en nuestros momentos de angustia, nos glorificará y nos dará larga vida. Y cuando llegue el fin, nos dará su salvación.
En estos momentos de gran incertidumbre, cuando la economía se derrumba, cuando la amenaza para nuestras vidas es una realidad, pero cuando también aparecen en el cielo señales de esperanza, es cuando vemos la mano de Dios. Infortunadamente, muchas personas buscan explicaciones diversas a lo que ocurre, que no lo incluyen. Sin embargo, para nosotros que creemos, hoy más que nunca permanencer al abrigo del altísimo y morar bajo la sombra del omnipotente es el camino adecuado para vivir en paz y protegidos bajo sus alas.
Amado Señor, acá estamos frente a Ti ratificando nuestro anhelo de permanecer en el hueco de tu mano. Sabemos que tus promesas son en el sí y en el amén y sabemos que nos escuchas. Gracias por protegernos y mandar ángeles a nuestro alrededor para que guarden nuestros caminos, para que nuestros pies no tropiecen, para que ninguna plaga nos toque, para que nuestra morada esté segura. Gracias Amado Padre, en el nombre de Jesús, amén.