ECLESIASTÉS 3: 1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
SALMOS 30: 5
Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.
COLOSENSES 1: 16-17
16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten
¿En qué temporada de su vida está? Quizás, esté en plena época de lluvias, con el cielo encapotado y viento frío que cala los huesos. O, a lo mejor la primavera florece en su alma y su corazón baila de alegría porque todo renace.
La palabra de Dios nos dice en Eclesiastés que todo tiene su tiempo, motivo por el cual, nuestro corazón debe entender que cada cosa ocurre de acuerdo con ese perfecto equilibrio que tiene nuestro Padre de todo lo que existe y de todas las circunstancias y hechos de nuestras vidas. Así como las plantas tienen sus tiempos de florecer y de estar en período de latencia, así como los animales hibernan y en su momento se reactivan, nuestros corazones viven diversas etapas; pasamos por momentos de tristeza, de desesperanza, de impotencia, pero también de alegría, de risa y de éxito. Lo importante es que entendamos que siempre el Señor está con nosotros y que conoce lo que nos conviene.
Además, recordemos que su palabra nos dice que aunque en algún momento se ponga bravo con nosotros, en toda nuestra vida tendremos su favor y que después de una noche de llanto, sigue un amancer de alegría y risas. Total, Él es el creador y dueño de todo lo que existe, sean cosas, autoridades, o gobiernos, así que lo que nos queda es entender, como dije al comienzo, que todo tiene su tiempo, que debemos aceptar que así es y que en el momento apropiado vendrá la temporada en que lograremos nuestros deseos.
Amado Padre celestial, gracias porque siempre estás con nosotros. No importa si estamos en temporada de sequía, o de invierno. Aceptamos que en nuestra vida tenemos altibajos, que los problemas están ahí, pero sabemos y sentimos que no estamos solos. Gracias porque solo debemos esperar a que llegue nuestra temporada, esa que tienes para nosotros. Sea cual sea el momento que vivimos, te adoramos Señor y no queremos separarnos de ti. Oramos en el nombre de Jesús, amén.