SALMOS 27: 14
Aguarda a Dios; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Dios.
SALMOS 40: 1 -3
1 Pacientemente esperé a Dios, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Él.
1 JUAN 5: 14 - 15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Es inevitable que cuando oramos terminemos siempre pidiéndole a nuestro padre lo que deseamos, lo que necesitamos. Derramamos nuestro corazón frente a Él en agradecimiento, pero también en llanto y quejas, esperando siempre, que como padre amoroso, nos dé gusto en todo y resuelva todos nuestros problemas, inmediatamente, o antes.
Dios, en su palabra nos enseña varias cosas al respecto. Primero, que debemos pedir conforme a su voluntad y que si así lo hacemos, Él nos oye y nos da las peticiones. Su voluntad, agradable y perfecta. En este sentido cuando oramos debemos declarar que sabemos que nos oye, que queremos estar alineados a su voluntad y que escuchamos su dirección.
En segundo lugar, debemos entender que nuestro tiempo no es el tiempo de Dios y por lo tanto debemos, como dice el salmista, esperar pacientemente al Señor con la certeza de que en todo lo que queramos o necesitemos, nos llevará de victoria en victoria y que si nos deleitamos en Él, nos concederá los deseos del corazón que sin lugar a dudas serán la añadidura de buscar su reino.
Entonces, con valentía, paciencia y confianza esperemos en Él, porque siempre estará con nosotros. Si las respuestas tardan en llegar, no es que el Señor no nos escuche; es que no ha llegado el momento para recibir la respuesta o la dirección. Solo esperemos y no dejemos de orar y amarlo de darle las gracias por todo y los resultados saltarán a la vista.
Amado Padre celestial, gracias porque en tu palabra nos enseñas que eres un padre amoroso y que como tal, nuestra vida está en las mejores manos. Gracias porque confiados en ti podemos como dice el Salmo 4: "En paz me acostaré y así mismo dormire, porque solo tú Señor me haces vivir confiado". Por favor Señor regálanos el don de la paciencia y la fuerza para no decaer mientras esperamos en ti. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén