MARZO 14
DEUTERONOMIO 28.1-6
1 Si de veras obedeces al Señor tu Dios, y pones en práctica todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, entonces el Señor te pondrá por encima de todos los pueblos de la tierra.
2 Además, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán por haber obedecido al Señor tu Dios.
3 Serás bendito en la ciudad y en el campo.
4 Serán benditos tus hijos y tus cosechas, y las crías de tus vacas, de tus ovejas y de todos tus animales.
5 Serán benditos tu cesta y el lugar donde amasas la harina,
6 y tú serás bendito en todo lo que hagas.
Si bien es cierto que el inicio de nuestra relación con Dios es el arrepentimiento para que nos perdone los pecados y entre a morar en nuestros corazones, no menos cierto es que el Señor es amor, esa es su naturaleza y si es así, no estamos en las manos de un dios implacable, que nos persigue y acorrala hasta matarnos. No señor. Recordemos que tanto amó Dios al mundo que dio a su unigénito hijo para que nadie se perdiera sino que tuviéramos vida eterna.
Dios quiere que lo adoremos y que obedezcamos su palabra y si así lo hicieramos, las bendiciones se dejan venir. Por eso el día de hoy he escogido estos versos de Deuteronomio donde Dios a través de su palabra nos entrega maravillosas promesas de bendición. Veamos:
1. Nos pondrá por encima de los pueblos. Así lo hizo con David, que era agradable a su corazón. 2 Bendiciones a granel en todo lugar donde nos encontremos. 3 Bendiciones para nuestros hijos, en el producto de la tierra, en el ganado, en fin, en toda actividad productiva 4 Bendiciones para nuestra supervivencia, garantía de que siempre tendremos qué comer. No tendremos la intranquilidad de acostarnos sin saber qué haremos para desayunar porque tenemos la despensa vacía. 5 Y remata diciendo: "y tú serás bendito en todo lo que hagas".
¿Qué más queremos? Es imposible y por eso debemos garantizarle al Señor que somos ovejas de su prado y nuestra oración debe ir dirigida nó a la consecución de cosas, sino a que acreciente nuestra fe, a que no nos abandone y que reine en nuestras vidas y en nuestra casa.
Amado Señor, cuando leemos tu palabra tenemos que recordar tu incomensurable amor. Gracias Señor porque tu amor pasa por delante de todos nuestros pecados. Te suplicamos Señor que nos perdones, que nos aceptes y nos des la fuerza para permanecer en ti y obedecer tus mandamientos. Te adoramos y te damos gracias porque como dice tu palabra en Salmos 4:8: "En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque solo Tu Señor me haces vivir confiado". Amen.