FEBRERO 16
JUAN 13:34-35
34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
1 CORINTIOS 13:4-8
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
La noche en que fue aprehendido estaba el señor Jesús con sus discípulos celebrando la Pascua y en medio de la cena les dijo unas palabras que resumían lo que había sido su ministerio. Si, porque todo lo que hizo y lo que habría de ocurrir se debió a una sola cosa: El amor. Por ello, aunque como hombre debía estar ansioso y hasta un poco temeroso, estaba dispuesto a sufrir lo indecible para pagar por nosotros el precio.
Les dio el complemento del primer mandamiento: el amor al otro. Que seamos capaces de amar a todos y querer para todos lo mejor, sin distingos, sin importar si me aman o me odian. ¿Queremos parecernos a Él? Entonces que los demás nos miren y digan: ¿qué tienes que eres diferente? La respuesta es a Jesús en mi corazón que me hace reflejar su amor en todos.
Pero ¿Cómo debe ser el amor? Pablo en la primera carta a los Corintios lo describe de una hermosa manera: Sufrido, benigno, generoso, desprevenido, honesto, correcto, desprendido, tolerante, perdonador, justo, paciente, crédulo y esperanzado. En resumen, un amor que permanece para siempre.
¡Qué hermosos pasajes nos ha regalado el Señor, qué maravilloso sentir su amor y sus enseñanzas! Pensemos en todas las personas que conocemos y digámosle al Señor que queremos ofrecer a cada una de ellas ese amor que nos enseña en su palabra.
Amado Señor, tu palabra nos deja anonadados, con un hermoso sentimiento de plenitud que nos es imposible verbalizar; es como un calorcito que nos impele a recostarnos en tu regazo y abandonarnos a tu amor. Gracias por tanto; gracias porque no solo te entregaste por nosotros con la muerte mas ignominiosa, sino que nos dejaste la ruta que debemos seguir. Queremos que cada persona con quien nos relacionamos sienta que reflejamos tu amor y que otros quieran seguir este camino. El camino del amor. Amén.