MARZO 11

Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 5:38-42

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

REFLEXIÓN

En la ley de Moisés en Levítico 24:20 dice: "Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él". Sin embargo Jesús vino a hablar de amor, del amor de Dios hacia nosotros, tan grande que envió a su hijo para que pagara el precio de nuestros pecados.

Jesús, la representación del amor, nos enseña que esa antigua ley debe ser reemplazada por la del amor. De hecho el nos indicó en Marcos 12:30-31:  "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos".  Por eso, nos exhorta a no responder mal por mal, nos motiva a ser conciliadores, a no buscar la victoria personal, a no pelear batallas por nuestro ego. Ganar las peleas no sirve para nada en el mundo espiritual. Allí lo que importa es el amor, la generosidad, el condolerse del que nos necesita, la solidaridad. Mejor dicho, a dar sin medida,  y al que quiera ponernos pleito devolverle reconciliación.

El Señor quiere de nosotros que nos despojemos de la necesidad de poseer y vivamos dispuestos a dar sin esperar devolución y teniendo la firme convicción de que cuando entregamos algo a quien lo pide prestado, lo regalemos y a partir del momento en que lo hacemos, olvidemos que era prestado y nos desprendamos de ello.

Amado Padre celestial, permanentemente nos enseñas de tu amor y de cómo debe ser nuestro comportamiento para ser testimonio de lo que has hecho en nuestras vidas. Gracias Señor porque podemos trabajar en ese aspecto de nuestra vida. Amar a todos, evitar la contienda, reconciliarnos y sobre todo dar, dar sin medida y sin esperar nada a cambio. Te adoramos Señor, amén.