JOB 42: 1-5
1 Respondió Job a Jehová, y dijo:
2 Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás.
5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
Andamos por la vida un poco inconscientemente, pensando que tenemos la verdad revelada y cuando nos preguntan acerca de nuestra vida espiritual, no dudamos en decir que creemos en Dios. Pero, ¿Realmente lo conocemos? ¿Tenemos con Él una relación cercana que nos permita acercarnos un poco a su magnificencia, a su misericordia o más bien de manera casi automática rezamos" tres o cuatro palabras, siempre las mismas, y pasamos enseguida a hacer nuestra lista de pedido?
Job era un hombre de Dios y como narra la historia, fue probado hasta el extremo. Pasó de ser un hombre próspero, con una gran familia y sano a perder sus bienes, sus hijos y su salud, hasta el punto de que estaba por ahí sentado siendo el escarnio de sus amigos que no entendían la injusticia a la que estaba siendo sometido. Mucho tiempo pasó, hasta cuando el Señor le reconvino.
Job después de escuchar al Señor y hacer conciencia de su majestuosidad, le hace una oración reconociendo su poder, su sabiduría, su amor y tiene una expresión que resume lo anterior: De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. En nuestra vida cotidiana, se nos ha vuelto paisaje la obra de Dios, pero si miramos con cuidado a nuestro alrededor, en cada planta, en el polvo , en las nubes del firmamento, en cada persona, vemos la grandeza del Señor. Somos hechura suya y como tal, somos parte de su creación. De oídas lo habíamos oido, pero ahora, al contemplar su obra y sentir su presencia y protección, podemos decir con Job, "Pero ahora mis ojos te ven".
En estos momentos de crisis, podemos ver más allá de lo evidente, para reconocer el poder de Dios. Podemos acercarnos y decirle "Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás". Dicen los versículos siguientes, que el Señor se apiadó de Job y lo restauró y su postrer estado fue más bendecido que el primero.
Amado Dios, al reflexionar acerca de la vida de Job, entendemos que en muchas ocasiones tenemos situaciones que nos agobian y nos hacen pensar con temor, que nos has olvidado. Como Job queremos reconocer que de oídas te habíamos oido y que queremos verte y entender tu amor y abandonarnos a tus perfectos planes. Te damos gracias porque todo lo que nos ocurre, bueno o aparentemente malo, obedece a ese plan. Te suplicamos que no nos abandones ni dejes de manifestarnos tu amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesus, amén.