FEBRERO 6
FILIPENSES 4:4-7
4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: !!Regocijaos!
5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Permanentemente el Señor está con nosotros. Tanto cuando lo invocamos, cuando oramos o lo alabamos, como también cuando estamos en otras cosas y ni siquiera lo recordamos. Él es fiel y nosotros somos ovejas de su prado y su palabra dice que no deja perder a ninguna, que a cada una la conoce por su nombre.
Así las cosas, no tenemos opción diferente a regocijarnos siempre en Él. Aunque nos sintamos tristes, atribulados, enfermos, vacíos, secos, eso no tiene nada que ver con el amor de Jesús para nosotros, de manera que si meditamos un poco en ello, entendemos que debemos permanecer frente a Él, dándole gracias, derramando nuestro corazón y pasándole nuestras cargas, porque Él las cambia por las suyas que son suaves y ligeras.
Si somos de Jesús, si somos del Padre, debe notarse. ¿Cómo? Siendo testimonios vivos de su amor y de lo que ha hecho en nuestras vidas. Como Moisés debemos tratar de ser mansos y humildes, debemos reflejar su amor en todas nuestras acciones. No debemos hacer acepción de personas, ni siquiera debemos pensar en nuestro prójimo en función de su rango o posición social o intelectual. Total, Dios nos enseña que todos somos iguales y lo que nos diferencia son circunstancias pasajeras.
Debemos dar gracias al Señor porque nos podemos acostar tranquilos y dormir profundamente sin sobresaltos, porque como dice su palabra en Salmos 4:8: "En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque solo Tú Señor, me haces vivir confiado". Debemos darle gracias porque conoce nuestras necesidades y deseos antes de que se los manifestemos y porque su paz nos inundará y guardará nuestros corazones.
Señor Jesús queremos ratificar nuestro agradecimiento porque no solamente diste tu vida para pagar por nuestros pecados, sino que nos has dejado tus enseñanzas para que pasemos por esta vida haciendo la voluntad del Padre y obedeciendo tus mandamientos. Por favor Señor enséñanos a vivir en ti, felices y en paz porque tu te preocupas por nosotros y nuestras necesidades y en tu tiempo nos respondes. Te adoramos Señor, amén.