MAYO 27

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo

LA PALABRA DE DIOS

SALMOS 23:4

Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

ISAÍAS 43:2 

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

REFLEXIÓN

Todos en algún momento de nuestra vida hemos estado sumidos en profunda tristeza y desesperanza. Nuestro mundo se ha venido abajo y aunque estemos rodeados de muchas personas sentimos la soledad en toda su magnitud. Estos son los momentos más importantes en nuestra vida espiritual porque son los de confrontación de nuestra fe. Son los momentos en los que con el corazón desgarrado nos paramos frente al Señor y le reclamamos, tal como lo hizo el Señor Jesús en la cruz, "Dios mìo Dios mío ¿por qué me has abandonado? 

Sin embargo, la realidad es que no importa en qué situación nos encontremos, en qué valle de muerte andemos, el Señor siempre está allí con nosotros, protegiéndonos, acompañándonos y dándonos el aliento y la fuerza que necesitamos para seguir adelante.

El Señor nos regala unas promesas maravillosas para esos momentos de sufrimiento. No dejará que nos ahoguemos en los problemas, no dejará que la tristeza campee para siempre en nuestros corazones. Él es nuestro refugio, nuestro consolador. A pesar de que solo veamos oscuridad podemos estar confiados en que el sol saldrá nuevamente, nuestro amor por Dios se verá fortalecido y tendremos un corazón agradecido por su infinita misericordia.

Además, hay un hecho clave en esta reflexión y es que el Señor no solo nos acompaña, sino que actúa. A su manera, que es perfecta y en el momento justo, viene en nuestro socorro, sacándonos de ese desierto en que vivíamos y dejándonos paz, tranquilidad, aceptación de la realidad y un calorcito en el corazón por la certidumbre de que somos los hijos de un padre amoroso que siempre estará allí con nosotros.

Amado Padre, después de vivir momentos desagradables por múltiples situaciones que se escapan de nuestro control y nos dejan tristeza, temor y desesperanza, llegas Tú y de una manera que solo tu sabes hacerlo, recompones nuestra vida. Gracias, porque como dice tu palabra, si pasamos por el fuego, no nos quemaremos, ni la llama arderá en nosotros. Gracias porque además nos muestras claramente que tus planes para nosotros son perfectos y que no importan las circunstancias, el control es tuyo.  Gracias Señor, muchas gracias en el nombre de Jesús, amén.