MATEO 13:44-50
44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,
46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Estaba Jesús con sus discípulos relatándoles muchas parábolas y dándoles las explicaciones pertinentes. Entonces, dado que se refería con mucha frecuencia al reino de los Cielos y al reino de Dios, y notando la curiosidad de ellos, hizo tres comparaciones del reino de los cielos, orientadas no tanto al reino en su descripción física sino a la magnificencia del mismo.
Por eso, en primera instancia lo comparó con un tesoro escondido, como aparentemente está escondido el Señor, un tesoro que es hallado por un hombre quien viendo lo maravilloso que es, lo esconde nuevamente y va y vende todo lo que tiene y compra el campo. Así mismo, quien ha tenido una relación personal con Dios, ha hallado ese tesoro y ha conocido el reino de los cielos y nada más le interesa de ese momento en adelante. En este primer ejemplo, parece que casualmente halló el tesoro, cuando no lo estaba buscando ni esperaba encontrar nada. Es como cuando accidentalmente oye uno hablar del Señor, quien lo toca y enamora con ese primer amor, que lleva a quien lo halló a tener sed permanente de Él.
La segunda semejanza que hace es a un mercader que buscaba perlas y encontró la más hermosa de todas, se fue, vendió todo lo que tenía y la compró. En este caso, ese encuentro personal con Dios ocurre porque hay una búsqueda sincera y constante de Dios. Por ello, se olvida de todo y lo pone en el primer lugar de su vida.
En tercer lugar el reino de los cielos es semejante a una red que es echada al mar y recoge peces buenos y malos. El Señor llama a la puerta de nuestro corazón y si lo aceptamos y vivimos para Él, nos guardará pero si no es ese el caso, nos desechará.
Amado Señor, te adoramos y damos gracias por este pasaje en el que nos enseñas acerca del reino de los cielos, tu casa. Queremos entender tu palabra y tener ese encuentro personal contigo. Gracias por ese primer amor que nos regalaste y que hizo la diferencia de una vez y para siempre. Puede Señor que dudemos, que nos alejemos, que nos olvidemos de ti, pero tu Señor con seguridad nos atraerás, nos llevarás al desierto y nos hablarás al corazón. Somos tuyos Señor. Amén.