SALMOS 23
1 El Señor es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Dios moraré por largos días.
David escribió este hermoso salmo en el que declara su confianza absoluta en el Señor. Él sabe que nada le faltará, como a nosotros nada nos hará falta si declaramos y vivimos con Dios como nuestro pastor. Con Él y su hijo Jesús quien hizo varias referencias a sus ovejas, nosotros, a quienes conoce particularmente y por quienes con su vida pagó el precio de nuestra redención.
Tenemos nuestro descanso garantizado, nuestras necesidades cubiertas, nuestra tranquilidad asegurada. Pero, además tenemos la certeza de que nos guía por las mejores sendas y que aunque estemos en situaciones complicadas, aunque tengamos enemigos, que nos quieran hacer mal, solo debemos confiar en Él, porque siempre está con nosotros soportándonos y dándonos aliento.
Su protección y cuidado se manifiestan siempre; unge nuestra cabeza con aceite, como lo hace un pastor con sus ovejas para darles paz y protección contra insectos que los mortifican; nuestra copa rebosa frente a nuestros enemigos o a aquellos que quieren hacernos mal. Detrás de nosotros está Él, dando permanentemente muestras de su poder y predilección con nosotros, sus ovejas. Por ello, toda nuestra vida es especial. No puede ser de otra manera, porque somos los hijos del rey y como tal somos tratados.
Amado Señor, como David queremos alabarte y darte gracias por tener ese trato tan maravilloso para con nosotros, tus hijos. Por tener ese privilegio podemos ir tranquilos por la vida. Gracias porque solo nos pones una condición: permanecer a tu lado sometidos a a tu voluntad. Te adoramos Señor, y oramos en el nombre de Jesús, amén.