AGOSTO 10

Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 8: 23-27

23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.

24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: !!Señor, sálvanos, que perecemos!

26 El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

MATEO 14: 30-32

30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame!

31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.

REFLEXIÓN

Me pregunto, ¿Cuántas veces hemos estado en situaciones difíciles de las que creo nos es imposible salir? ¿Cuántas veces vemos nubarrones negros en el cielo y nos sentimos abandonados e impotentes ante la magnificiencia  de la naturaleza?

La tormenta puede ser de diferentes índoles: Salud, con una expectativa muy delicada, en un mundo en el que vivimos al filo de la navaja. Trabajo e ingresos económicos muy inciertos, con la sombra permanente que se cierne sobre nuestras cabezas; falla en los ingresos que se consideran seguros, porque el mundo cambió y todo está como loco; familias siempre en peligro, afectadas por la incertidumbre y la desesperanza; en fin, estamos a la deriva, en un barco en medio del mar embravecido.

La buena noticia es que en medio de toda esa tempestad en que olas gigantes amenazan con acabarnos, con hacernos naufragar, está el Señor, aparentemente dormido, pero presto a actuar. ¿De qué tamaño es nuestra fe? ¿Podemos estar seguros de que no debemos temer? Recordemos que Jesús, el hijo de Dios es el dueño de todo lo que existe y como dice Mateo, "Aun los vientos y el mar le obedecen". No importa en medio de que situación nos encontremos, contamos con el respaldo de nuestro Señor quien comprende nuestra naturaleza y a pesar de nuestras dudas nos respalda.

Por ello, debemos aceptar que Él es nuestro Señor y salvador, que siempre está allí acompañándonos y en el momento perfecto obrará para nuestro bien. Cuando estemos en medio de la tormenta, solo tenemos que mirar a nuestro alrededor para tener la certeza de que Jesús cumplirá su promesa y sostendrá nuestra barca, amainará el tiempo y callarán el mar y el viento.

Amado Señor, gracias por enseñarnos que solo Tú puedes darnos todo lo que necesitamos y en el momento en que lo necesitamos. Gracias por enseñarnos que aun cuando soplen malos vientos, estás ahí para acompañarnos. Aun si los presagios son nefastos, podemos mirarte a ti a sabiendas de que en ti está nuestra salvación. Te adoramos y pedimos que nos ayudes a mantener nuestra fe. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.