DICIEMBRE 28
MATEO 2:1-12
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
La visita de los magos al niño Dios es un evento que marca un hito en las celebraciones navideñas, porque de alguna forma da una imagen universal al reconocimiento de Jesús como cumplimiento de la promesa.
Pero, ¿quiénes eran esos magos? Primero, según estudiosos de la biblia y del contexto de sus libros, afirman que no eran reyes. De hecho, Mateo no hace referencia a ello. Segundo, no se sabe si eran realmente tres. Tercero, al parecer provenían de Persia donde había unos sabios que consultaban las estrellas y por esa razón se alertaron con la que los llevó a ir a adorar a Jesús recién nacido y a ofrecerle oro, incienso y mirra, seguramente los mejores regalos para su dignidad de hijo de Dios.
El Profesor de Historia del Oriente Próximo de la Universidad CEU San Pablo, Hipólito Sanchiz al referirse a los presentes que le llevaron los magos expresa que el oro podría ser interpretado «como regalo regio, destinado a un rey». La simbología del incienso emparenta con el carácter divino de Cristo. En cuanto a la mirra, hay una interpretación que dice que, "teniendo en cuenta que se empleaba para embalsamar a los muertos, es un anuncio de su pasión, y una alegoría de que Jesús, como hombre está sujeto a la muerte". En definitiva, el oro es un regalo a Jesús como Rey, el incienso como Dios, y la mirra como Hombre, concluye el profesor de Historia de Oriente Próximo.
Lo cierto es que su venida turbó al rey Herodes quien inicialmente averiguó con los sacerdotes y escribas del pueblo acerca del lugar donde iba a nacer el Mesías. Seguramente se sintió amenazado y por ello, arteramente les encargó que cuando lo encontraran le contaran para ir también a adorarlo. La verdad es que su intención era matarlo, pero los magos a través de lo revelado en un sueño entendieron las malas intenciones de Herodes y una vez adoraron a Jesús se fueron por otro camino.
Definitivamente, el nacimiento de Jesús provocó todo tipo de reacciones en las personas, desde la adoración, alabanza, profecías, hasta temor, odio y muerte. Nada menos podía ser cuando se trata del hijo de Dios.
Amado Padre, en este pasaje hemos leído que magos de otras latitudes se enteraron de que había nacido el rey de Israel y vinieron a rendirle tributo de adoración, pero también vimos cómo desde su nacimiento debiste proteger a tu hijo Jesús para que pudiera cumplir con el plan que tenías para Él, plan que hasta el día de hoy nos beneficia. Sabemos que como a Él, tu nos amas, nos proteges y nos guardas en el hueco de tu mano. Declaramos que solo contigo es suficiente para vivir felices, y en paz. Te adoramos Señor. Amén.