SALMOS 103: 1-5
1 Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.
¿Cómo se desenvuelve nuestra vida espiritual? Reflexionaba acerca de ello y me sentía un poco preocupada porque no andaba como quisiera. Altos y bajos, dedicación y descuido. En fin, creo que como la mayoría de las personas. Sabemos que tenemos un Dios maravilloso, que nos ama a pesar de nosotros mismos. Pecamos, nos arrepentimos, pecamos, nos arrepentimos, volvemos a pecar y el ciclo es eterno. Considero que quien no tenga esos altibajos en su vida espiritual es realmente afortunado, porque nos debatimos entre una y otra situación y compromiso.
Sin embarago, aunque por nuestros medios no logremos nada, tenemos un Señor que permanentemente nos perdona, nos acoge, nos levanta y saca del hoyo nuestras vidas. Aun en el peor de los momentos que vivamos en lo espiritual y material, siempre está ahí, presto a rescatarnos a bendecirnos y a que nos levantemos apoyados de su mano amorosa. Por ello, independientemente de nuestros diferentes estados bendigámoslo y démosle gracias. Cuando pequemos, vamos a sus atrios a declarar nuestra ineptitud para alejarnos de lo que no está bien. Cuando tengamos situaciones dolorosas, recostémonos en su regazo y en todos los casos recordemos la inmensa cantidad de bendiciones que recibimos permanentmente de Él.
Amado Padre celestial, gracias por tu amor, gracias por tu paciencia, gracias porque entiendes lo imperfectos que somos y porque a pesar de todo te manifiestas siempre en nuestras vidas. Por favor, Señor, no permitas que nos olvidemos de ti, porque si así fuera, no habría manera de salir del hoyo en que estaríamos sin tu presencia. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.