SEPTIEMBRE 12
SALMOS 46
1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.
4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.
6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio Él su voz, se derritió la tierra.
7 Nuestro Dios, el Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
8 Venid, ved las obras del Señor, que ha puesto asolamientos en la tierra.
9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego.
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
11 El Señor Dios de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Como está escrito en muchos otros salmos, David declara que Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro refugio, nuestro ayudador y por lo tanto no deberemos temer aunque veamos que aparentemente todo se derrumba.
El salmista describe situaciones extremas para darnos a entender que por encima de todo está Dios, nuestro Señor, el creador y Señor de todo lo que existe. Él es el dueño de día y de la noche, Él nos ayuda en cualquier momento, Él está a nuestro favor, es nuestro refugio y fortaleza y como en otros apartes de su palabra sólo nos pone una condición: estar quietos y reconocer que Él es nuestro Dios.
Amado Señor. Nos conmueve en lo más profundo de nuestros corazones saber que Tú estás a nuestro favor. Qué tranquilidad y paz nos produce saber que no debemos preocuparnos, porque nuestra intimidad y relación son con el Señor de la vida, con el dueño de todo. Gracias Señor porque tus condiciones son muy dulces y suaves. Ayúdanos por favor a permanecer quietos, a reconocer que Tú eres nuestro Dios y que en tus manos amorosas estamos y por lo tanto pueden caer mil, pueden conmoverse los cimientos de la tierra, pueden desbordarse los mares, y nosotros estaremos seguros allí, en el hueco de tu mano. Te adoramos Señor, amén.