AGOSTO 15
JUAN 4:20-24
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
Juan en este pasaje bíblico centra su atención en el tema de la adoración. Jesús estaba en Samaria en el pozo de Jacob, cuando una mujer se acercó a recoger agua y el Señor Jesús le pidió un poco. En esa época, los samaritanos no eran bien vistos por el pueblo de Israel, así que la mujer le reclamó diciendo que no estaba bien que le pidiera agua a una samaritana siendo él judio. Entablaron luego un diálogo acerca del lugar a donde se debía adorar.
Jesús le hizo una declaración muy importante. Le dijo que no importaba que estuviera en Samaria o en Jerusalén porque no es el lugar lo importante cuando de adorar a Dios se trata. Lo importante es la adoración en espíritu y en verdad y que el Padre busca adoradores que así lo adoren.
Adorar a Dios en espíritu y en verdad hace referencia a lo expresado en Deuteronomio 28 donde da las tablas de la ley a Moisés, que en el primer mandamiento es claro en decir, que no se adoran imágenes ni lo que vemos. No. La adoración se da en espíritu, porque espíritu es. Nadie ha visto a Dios, porque no resistiríamos su majestad y su brillo.
La mujer entonces, entendiendo el sentido de lo que le decía Jesús, le respondió que estaban esperando al Mesías y Jesús le declaró que Él era. Cómo sería el asombro de la mujer al encontrarse cara a cara con Jesús, porque aunque estaba asombrada por sus palabras y porque conocía su vida, seguramente no había imaginado frente a quién estaba.
Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad y el señor Jesús daba testimonio de ello. En muchísimas ocasiones, dice la palabra, que el Señor se apartaba a orar, a adorar a su Padre celestial por lo que és. No a pedirle, no a agradecerle, simplemente a estar allí en su lugar secreto, quieto, reconociedo a Dios su valor y escuchando su palabra para actuar siempre conforme a su voluntad.
La oración es lo más importante que debemos hacer. Tesalonicenses 5:16-18 dice "orad sin cesar", como la acción más importante de nuestras vidas. Y si Dios busca adoradores que le adoren debemos permanentemente tratar de estar en comunión con Él por el simple gusto de permanecer allí y disfrutar de su presencia y dejarnos inundar por su amor y su luz. Como dice en Apocalipsis, para decir Santo, Santo, Santo y entregarnos a Él completamente.
Amado Padre, estamos entendiendo que la oración es la principal herramienta que tenemos para nuestra relación contigo. La oración de adoración, la oración sin interés alguno. Adorar porque reconocemos que fuera de ti no hay nada. Adorarte en espíritu y en verdad como nuestro Padre amoroso y misericordioso. Te adoramos Señor. Amén.