SEPTIEMBRE 13 

Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

LA PALABRA DE DIOS

HECHOS 9:3-12

3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.

8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

REFLEXIÓN

Saulo era un joven romano que se caracterizaba por el odio que sentía hacia los discípulos de Jesús. Él trabajaba persiguiendolos. Hechos 8:3  narra que "Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel". Saulo iba hacia Damasco a perseguir y encarcelar cristianos y llegando a la ciudad tuvo un encuentro personal con Jesús quien le preguntó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Aterrorizado le preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

Evidentemente, Saulo debía estar tembloroso frente a ese hecho extraordinario. Por un momento imaginemos que nos ocurriera eso. ¿Cómo reaccionaríamos? Algunas veces tenemos la sensación de que hay alguien o algo donde nos encontramos y nos ponemos alertas y un poco temerosos. Cuánto más sería encontrarse cara a cara con el Señor Jesús quien ya había resucitado, pero de quien muy seguramente Saulo no creía que estuviera vivo.

La respuesta de Saulo no podía ser otra: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y por supuesto, el Señor le dijo: "entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer". Tratando de recrear el momento, varias personas que lo acompañaban tan asustadas como él, quedaron mucho mas aterradas porque cuando Saulo reaccionó y abrió los ojos pudo constatar que estaba ciego.

Muchas veces, cuando decidimos poner al Señor en el centro de nuestras vidas y le preguntamos sobre lo que debemos hacer frente a una situación, quedamos literalmente ciegos, desorientados, sin saber hacia donde ir. Sin embargo, el Señor no nos ha ignorado. Como en el caso de Saulo hay a nuestro alrededor quien nos conduzca al lugar correcto, a la toma de la decisión que obedece a la voluntad de Dios.

Saulo estuvo tres días en ayuno y completamente ciego. ¿Será que debemos ante la incertidumbre orar sin cesar, ayunar y decirle, heme aquí, Señor? 

Saulo fue curado por Ananías quien había recibido la orden del señor Jesús de orar por él para que recobrara la vista. Eso lo podemos aplicar a nuestras vidas. Esperemos quietos, oremos, ayunemos y digámosle al Señor; Heme aquí, qué quieres que haga?

Amado Señor, henos aquí a tus pies, deseando tenerte como centro de nuestras vidas. Henos aquí Señor esperando en quietud que nos digas lo que quieres que hagamos. Te adoramos y te pedimos por favor que nos permitas como Saulo esperar en tu palabra. Amén