SEPTIEMBRE 14
SALMOS 56:8-13
8 Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?
9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí.
10 En Dios alabaré su palabra; en Dios su palabra alabaré.
11 En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?
12 Sobre mí, oh Dios, están tus votos; te tributaré alabanzas.
13 Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven.
David escribió este salmo como una súplica al Señor porque estaba huyendo de Saúl quien pretendía matarlo. El derramó su corazón ante Dios y puso en Él su confianza ante cualquier cosa que pudiera venir. Con las palabras; "Esto sé, que Dios está por mí". Esta declaración es vigente para nosotros. La promesa de Dios, y su compromiso con nosotros es: que si clamamos, Él hace.
El verso 10 comienza por la palabra "luego", indicando tal vez, que pasará un tiempo, el que Dios se toma para responder, tiempo en el que aprendemos, maduramos, crecemos, y aceptamos que este buen Papá que tenemos tiene lo mejor para darnos.
El día en que clamemos, que nos pongamos frente a nuestro Dios, cuando estemos con la actitud adecuada, con el corazón derramado ante Él, ese día tendremos la respuesta del Señor. Debemos tener la seguridad de que cada enemigo que podamos tener (tristeza, escasez, deuda, depresión) se irá.
Debemos hacer conciencia de que Dios está por nosotros, que no estamos luchando solos, que Él pelea por nosotros, porque nos ama y porque además, no hay nada en lo que Él no tenga poder y control.
Por ello, como David, debemos alabarle permanentemente, porque podemos vivir confiados y sin temor, ya que como dice el verso 11: ¿Qué puede hacerme el hombre?, ¿Qué puede hacernos si tú nos proteges? Porque, ¿quién cómo Tú, amado Dios? Debemos darle gracias y rendirle sacrificio de alabanza porque como a David, has salvado nuestras almas de la muerte.
Amado Señor, queremos alabarte y rendirte adoración porque en momentos de angustia, de temor, de soledad, podemos acercarnos y clamar por tu favor. Sabemos que cuando lo hacemos, Tú nos respondes. Gracias Señor, en el nombre de Jesús, amén.