JULIO 6

El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 18;23-35

23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.

24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.

26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.

29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.

31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.

33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?

34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.

35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

REFLEXIÓN

El Señor Jesús a través de Mateo nos regala una edificante lección que con seguridad nos hará reflexionar acerca de nuestro actuar.

Se trata de un hombre que debía a su amo diez mil talentos y por ello iba a ser vendido, él y su familia. Dada su actitud de súplica y humillación ante su amo, éste le perdonó la deuda. Eso es lo que nosotros hacemos con el Señor. Pecamos, le faltamos, nos alejamos y despues venimos a Él asustados, dolidos y arrepentidos a rogarle que nos perdone y nos tenga paciencia, que con seguridad mejoraremos. Por supuesto, el Señor, bondadoso y misericordioso se compadece de nosotros y nos perdona.

Dicen que el incumplido para pagar sus deudas es el más terrible cobrador y así nos lo muestra el Señor. Dice que cuando el hombre salió de la presencia de su amo e iba seguramente  muy feliz a su casa a contarle a su señora lo que había ocurrido, se encontró con un compañero suyo, quien le debía 100 denarios  y yéndosele encima le cobraba amenazándolo con meterlo a la cárcel. Su compañero, como él lo había hecho hacía pocos momentos, le rogó que le tuviera paciencia que ya le pagaría todo, pero no quiso hacerlo sino que lo mandó a la cárcel.

Comparativamente un talento equivale a 6.000 denarios, así que 10.000 serían 6.000.000 de denarios que le fueron perdonados, pero él no quiso perdonar la deuda de 100 denarios. Otros compañeros vieron lo ocurrido y fueron a contarle al amo. Aquí es importante notar que lo que hacemos con los otros, justa o injustamente, siempre será notado por otros y si somos hijos de Dios y queremos una relación íntima con Él, debemos dar testimonio de amor y caridad.

En nuestra vida diaria, esperamos y tenemos la certeza de que "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad", Juan 1:9,  pero nos olvidamos de lo escencial. En Lucas 11:4 dice "Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben". Si, el Padre nos perdona porque nosotros también perdonamos y con seguridad la proporción es de talento a denario. Mucho para que nos perdone y poco para perdonar. 

No nos expongamos a que el Señor nos deseche porque por un orgullo malsano no perdonamos las ofensas de nuestro prójimo. Resolvamos las ofensas rápidamente para no dar lugar al rencor, a llenarnos de odio y a estar contra el que nos ofendió. Perdonémosle, declarémoslo, así no lo sintamos en ese momento, solo para obedecer a Dios y Él nos dará lo necesario para que sea realidad. ¡Qué bueno poder andar con la cabeza levantada y saludando a todos porque a todos perdonamos! Así, confiadamente podremos pedir a Dios que nos perdone.

Amado Padre, sabemos que debemos perdonar a todos y así tratamos de hacerlo. También que debemos pedir perdón, pero que en algunos casos eso no nos es posible, Por ello, Señor te pedimos humildemente que perdones todas las ofensas que hayamos hecho a cualquier persona; queremos que nuestro corazón esté limpio para ti. Gracias Padre santo, porque nos enseñas cómo debe ser nuestra actitud: concordante con tu misericordia y compasión. Te adoramos Señor, amén.