FEBRERO 9

Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él.

Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él.

LA PALABRA DE DIOS

ROMANOS 5: 20-21

20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

ROMANOS 6:1-8

1Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?

2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él

REFLEXIÓN

Romanos 5:20 Hace referencia al sacrificio del Señor Jesús que nos llevó de muerte a vida, pagando por nuestros pecados. De hecho, por su muerte en la cruz, sobreabundó la gracia.

Parecería una contradicción, porque aparentemente debe abundar el pecado para que abunde la gracia y entonces, ¿Nos mantendremos en el pecado? Pablo nos aclara que ya hemos muerto al pecado, que cuando Jesús pagó el precio fuimos bautizados en Él y murió el viejo hombre; con Él fuimos sepultados y renacimos con Él, en una nueva vida.  

La conclusión es que si somos nuevas criaturas, si somos hijos de Dios, nuestra salvación está garantizada y  si morimos con Cristo creemos que también viviremos con Él por toda la eternidad.

Amado Padre, gracias por habernos dado a tu único hijo Jesús para que muriera por nuestros pecados. Gracias por llevarnos de muerte a vida, no por nuestros méritos sino por tu gracia, por tu bondad y por tu amor. Por favor Señor ayúdanos a permanecer fieles a ti y apartados del pecado, para tratar de alguna manera, de ser merecedores de tu misericordia. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.