SALMOS 51:1-2
1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
LUCAS 10: 33
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia.
LUCAS 15:10, 24
10 Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.
24 Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
MATEO 18:11, 33
11 Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
La misericorida es un atributo divino. Es esa capacidad de tolerar, perdonar y sentir compasión sin límites. Dios, conocedor de la imperfección humana, de la infidelidad, de la maldad, es tardo para la ira, perdona nuestras rebeliones y a pesar de nosotros mismos, nos levanta y nos recoge. Dios, personificación del amor perfecto, no solo entregó a su hijo unigénito para que pagara por nuestros pecados, sino que sigue perdonándonos cada día y dándonos una nueva oportunidad. Por ello, David en el Salmo 51 reconoce a Dios su misericordia y le suplica perdone sus pecados y lo lave de su maldad.
El Señor Jesús en sus enseñanzas a los discípulos abordó el tema en 5 parábolas: La del buen samaritano, que muestra que no es suficiente pensar que la misericordia es una cualidad de los creyentes, sino que como nos enseña el Señor, debemos ser solidarios con nuestro prójimo o próximo.
La segunda, tiene relación con el hijo pródigo que todos conocemos y muestra cómo un padre tiene misericordia de su hijo que se había apartado y dilapidado su herencia, pero regresa arrepentido. Ese padre es una clara alusión a la misericordia de nuestro Padre Dios que sin importar que nos hayamos apartado, cuando regresamos está con sus brazos abiertos recibiéndonos con amor.
La tercera se refiere a la oveja que se ha perdido y que el buen pastor busca hasta encontrarla. Así es el Señor, misericordioso y lleno de amor por cada una de sus ovejas.
La última hace referencia a la obligación que tenemos de ser misericordiosos con los demás porque Dios lo es con nosotros. Esta parábola es de un siervo que debía mucho dinero a su amo y cuando fue llamado a relación, le rogó a su señor que tuviera misericordia. Su amo le perdonó y cuando iba para su casa, se encontró con un consiervo quien le debía dinero y cuando se lo cobró y le dijo que necesitaba tiempo, lo hizo echar a la cárcel. Cuando el amo supo, se enfureció con el siervo malo y lo hizo pagar toda la deuda.
Nuestra obligación es responder a la misericordia de Dios de la misma manera. Si Dios en su infinita misericordia tiene tanta paciencia con nosotros, nada menos podemos hacer en cada una de nuestras actuaciones. Debemos tratar de reflejar su amor y una buena forma para ello es condolernos por quienes están enfermos o en problemas y además tendremos la posiblidad de acercarnos a Él y suplicarle tenga misericordia y se compadezca de nostoros.
Amado Padre, gracias porque tu hijo el Señor Jesús nos enseñó a tener misericordia de las personas que están a nuestro alrededor. Gracias por darnos un corazón compasivo y por poner en nuestros corazones ese sentimiento que muestra tu amor para nosotros. Queremos ser cada día más parecidos a ti. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.