ABRIL 5
2 CRÓNICAS 7:13-14
13 Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;
14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Pareciera que todos los azotes vienen juntos. Después de dos años en que el planeta se postró frente al virus, cuando los muertos se contaban por millones, cuando los gobiernos tomaban medidas desesperadas, cuando los científicos miraban atónitos cómo subían las cifras de contagiados a pesar de las vacunas inventadas por diversos países, se viene con toda la fuerza el cambio climático, generando desastres por doquier, dejando miles de familias sin nada, con muchos muertos por el deslizamiento de grandes masas de tierra, seguido esto por el fenómeno del niño que genera temperaturas extremas, incendios, desastres.
Para completar el cuadro, países se ensartan en guerras cruentas que aunque estén lejos de nosotros, nos toca por el sufrimiento que tienen los que pierden sus seres queridos y la gran migración a otros países de millones de personas huyendo de la violencia.
Por ello, como creyentes, como hijos de Dios, debemos tal como lo hicieron Nínive y su rey, vestirnos de luto y proclamar ayuno y arrepentimiento de nuestros pecados, humillarnos ante Él y volvernos de nuestros malos caminos. Porque si oramos y buscamos su rostro, podremos acercarnos y decirle como Abraham que aunque haya pocos que lo busquen, nos escuche y perdone a los habitantes del planeta, quite de nosotros las plagas y sane nuestra tierra.
Amado Padre, ¡Qué maravillosa promesa nos ofreces con tu palabra!. Por nuestra parte, nos postramos ante ti, nos arrepentimos de nuestros pecados y te imploramos por tu intervención en estas terribles circunstancias que vivimos. Por favor Señor perdónanos y líbranos. Señor, por favor sana nuestra tierra. Te adoramos y suplicamos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.