MARZO 27
SANTIAGO 1:5-7
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
Una de las actividades más difíciles de ejercer es la docencia. No se trata solamente de trasmitir el conocimiento o de inducir a los estudiantes a que lo encuentren a través de la indagación o la investigación. No, el maestro cada vez que llega al aula se convierte en el blanco de las opiniones y críticas de todos los alumnos. Aunque haya preparado a conciencia los temas a abordar, siempre habrá contradictores que menosprecien su esfuerzo y aún sin conocimiento de los temas se atrevan a descalificarlo. Pareciera que ese conocimiento que tienen sea distinto a la sabiduría que los haga ser diferentes y aceptados.
Así es la vida en todas las acciones que desarrolla el hombre. En una ocasión conversaba con una persona que no creía en Dios e intrigada le pregunté en qué creía. La respuesta no se hizo esperar: "Creo en mis capacidades" me dijo. Si este es su caso, lo invito a que mire a su alrededor, espcialmente en estos momentos en que la ciencia está siendo puesta a prueba. ¿Dónde están las capacidades de los sabios? ¿Cómo un microorganismo es capaz de desafiar la ciencia frente a la mirada atónita de la población del mundo? La palabra de Dios dice en Mateo 11:25: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños". Quizás sea esta una ocasión de oro para entender que la sabiduría y el poder de Dios sobrepasan todo lo que el hombre pueda imaginar y que si estamos acá es por su voluntad.
Por ello, si queremos tener la verdadera sabiduría, el camino es pedírsela a Dios y pedirle también fe para no pensar racionalmente y titubear, sino creyendo y esperando en Él, porque de lo contrario no recibiremos nada y tal como dice en Mateo 14:29-30, nos ocurrirá como a Pedro que caminó sobre las aguas del lago de Tiberíades, hasta que sintió temor y se hundió,
Amado Señor, para andar en este mundo y actuar como tú nos mandas debemos tener sabiduría para expresar a los demás tu voluntad y para que nuestros actos reflejen tu amor y lo que has hecho en nosotros. Por eso, te imploramos para que nos regales esa sabiduría que necesitamos para ser agradables a Ti y hacedores de la palabra. Danos por favor fe para no distraernos en razonamientos que nos llevan a dudar y a perder tus bendiciones. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.