ENERO 19

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

LA PALABRA DE DIOS

ÉXODO 4: 1-17

1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Dios.

2 Y Dios dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.

3 El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.

4 Entonces dijo Dios a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.

5 Por esto creerán que se te ha aparecido el Señor, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

6 Le dijo además Dios: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.

7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.

8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

10 Entonces dijo Moisés a Dios: !!Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

11 Y Dios le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Dios?

12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

13 Y él dijo: !!Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.

14 Entonces Dios se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.

REFLEXIÓN

Moisés estaba cuidando el ganado de su suegro Jetro cerca del monte de Madián, cuando a lo lejos le pareció ver una zarza que ardía pero no se consumía, así que se allegó a ver qué pasaba.

Nada menos que Dios estaba allí llamándolo. Él contestó heme aquí y entonces el Señor le manifestó que dado el mal trato que estaban teniendo los hijos de Israel, había decidido sacarlos de Egipto y llevarlos a la tierra que fluye leche y miel y para ello quería que fuera a hablar con Faraón para que los dejara ir.

Por supuesto Moisés tal como en su momento lo hizo Jonás, entró en pánico y comenzó a sacar excusas para que escogiera a otro y librarse de semejante tarea. En primer lugar, le dijo que no le iban a creer y Dios le hizo maravillas con una vara y con su propia mano y además con las aguas del río y le dijo que podía hacerlo y así le creerían.

Pues Moisés todavía guardaba alguna esperanza de safarse de la responsabildiad y le argumentó a Dios acerca de su discapacidad para hablar y de la necesidad de encomendar a otra persona la responsabilidad. A esta alturas ya Dios se enfadó y le recordó quién era y también le dijo que Aarón su hermano sería su boca. Además le dijo que todo lo que debían hacer se lo comunicaría.

En nuestra vida diaria, muchas veces, tal como Moisés tratamos de eludir nuestras responsabildades para con el Señor, aduciendo mil disculpas: que si no somos capaces, que si somos ignorantes, que si se burlarán de nosotros, que si no nos creerán, que si nos mirarán como bichos raros, en fin. Sin embargo nos olvidamos que Dios sabe todo el terror que sentimos de obedecerle y nos recuerda que aunque Él no nos necesita para hacer lo que desea nos da, por decirlo así, la oportunidad de mostrarle nuestro  amor y obediencia. Si lo obedecemos, Él nos dará las herramientas que requiramos para que todo salga como Él quiere. 

Por ello, amado Señor queremos pedirte perdón  por esa actitud testaruda y recalcitrante con la que queremos abstraernos de hacer tu voluntad. Sabemos que nos  amas, pero definitivamente, solo en Ti que produces en nosotros tanto el querer como el hacer para buenas obras, lograremos dar ese salto de fe y hacer lo que nos ordenas, sin temer nada porque estamos en tus manos. Por favor Señor ayúdanos a ser como quieres que seamos. Te adoramos, amén.