ABRIL 17
SALMOS 73: 1-6, 23-25, 28
1 Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón.
2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos.
3 Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero.
5 No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, la soberbia los corona; se cubren de vestido de violencia.
23 Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha.
24 Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.
25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? y fuera de ti nada deseo en la tierra.
28 El acercarme a Dios es el bien; he puesto en el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.
En nuestras relaciones personales, laborales y sociales, nos encontramos con personas exitosas que a lo mejor miran a su alrededor y solo ven a otras inferiores a ellos. En el trabajo se comportan con soberbia y despotismo y en lo social consideran que fuera de su círculo nadie tiene la capacidad de igualarlos.
Aparentemente, estas personas se ven cada día más poderosas y su arrogancia es infinita. Nada les ocurre, como dice el verso 5: "No pasan trabajos, como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres". Eso es lo que vemos. Sin embargo, en sus corazones toda esa soberbia los daña y les genera una gran sensación de temor e inseguridad.
Dios nos dice que no debemos obrar como ellos y que si confiamos en Él, nos toma de su mano derecha y nos recibirá en su gloria. El salmo 73 es una promesa maravillosa que describe no solo lo que ordinariamente vemos, sino que nos lleva a entender que de la única manera en que podemos estar protegidos, tranquilos y sin temores, es estar siempre con Él, porque es nuestra esperanza y nuestra salvación.
Amado Señor queremos agradecerte porque tu palabra nos llega cuando la necesitamos y podemos meditar en ella, para que nos reveles tus promesas. Solo en ti esperamos. Te pedimos que nos des la fuerza para permanecer siempre contigo y que nos tengas en el hueco de tu mano hasta que nos recibas en tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.