MAYO 23

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.

LA PALABRA DE DIOS

MATEO 6:5-8

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.

8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

REFLEXIÓN

La oración es la actividad por excelencia para tener comunión con Dios. Por ello, debemos ser muy cuidadosos, y como el señor Jesús lo sabía, nos indicó  cómo hacerlo.

Primero, Al orar siempre debemos hacerlo con humildad y sujeción al Padre. Nos dice el Señor que en nuestra oración debemos ser transparentes, no pensando en los demás sino concentrándonos en nosotros y en Él. A nadie le debe interesar y a nosotros tampoco, que otras personas sepan que oramos. Esta es una acción individual y privada entre el Señor y nosotros. 

Además, nos aclara que cuando vayamos a orar, debemos hacerlo en nuestro lugar secreto, con la puerta cerrada, donde solamente estemos Él y nosotros. El resultado de nuestras oraciones será visto por otros, no porque lo publiquemos sino porque el Señor así lo prometió. Notarán los efectos de nuestra  comunión con el Señor y quizás se pregunten qué tenemos de distinto a ellos, porque nos ven como personas diferentes, y no puede ser de otra manera, porque el Señor permitirá que reflejemos su rostro.

Tercero, nos enseña y exhorta a derramar nuestro corazón frente a Él,  a orar con nuestra propias palabras, sin usar textos prefabricados que no dicen nada, porque nuestro Padre, no requiere eso. Él ya sabe lo que necesitamos o queremos antes de que se lo digamos.

Amado Padre te damos muchas gracias porque a través de tu hijo Jesús nos has enseñado a orar para ser oídos. Por favor permítenos hacerlo, de tal manera que siempre nos escuches y que cada día mejore nuestra intimidad contigo. Amén.