AGOSTO 23
SALMOS 42
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 Pero de día mandará Dios su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
El Salmo 42 fue escrito por los hijos de Coré, un levita que encabezó una rebelión en contra de Moisés. Aunque Coré murió, sus hijos continuaron sirviéndo a Dios como músicos del templo según asignación que les hizo David. Expresaron en su canto los sentimientos de tristeza y abatimiento en que se encontraban, la reflexión que se hacían y además la conducta correcta que asumieron.
Ellos clamaron al Señor y le mostraron que como los ciervos que buscan agua para apagar su sed, ellos lo buscaban porque tenían sed de Dios. Como ellos, reconozcamos que no hay razón alguna para abatirnos si tenemos a Dios.
Derramemos nuestro corazón ante Él y saciemos la sed de nuestras almas por nuestro Padre. "Por qué te abates, oh alma mia, y te turbas dentro de mi? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" Salmo 42:5
La pregunta es ¿porque nos afligimos, por qué tanto desconcierto, por qué nos perturbamos tanto? ¿Por qué no recordamos como los hijos de Coré todo lo que ha hecho y hace el Señor permanentemente en nuestras vidas? Ellos nos invitan a esperar. A esperar en Dios, y no solo a esperar, sino a esperar en alabanza y en adoración. Cuando comenzamos a adorarle, a alabarle, las cosas cambian, porque Dios es nuestra salvacion. Porque nuestro Dios está con nosotros, nos protege, nos cubre con su brazo poderoso, nos tiene en el hueco de su mano.
Amado Padre, hoy derramamos ante ti nuestro corazón. Nuestra alma tiene sed de ti. Tú, nuestro Dios, nuestra salvación, nuestra razón para vivir, nos escuchas, nos proteges, nos amas con infinito amor. Enséñanos a esperar en medio de la alabanza y la adoración. Amén.