SEPTIEMBRE 10
HECHOS 16:30-34
30 Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
Estando Pablo y Silas presos por el malestar que habían causado al sacar un espíritu inmundo de una mujer, encerrados en lo más profundo de la cárcel, mientras oraban y alababan sobrevino un terremoto de tal magnitud que los cimientos de la cárcel se sacudieron, se abrieron las puertas y se soltaron las cadenas.
El carcelero aterrado de lo que dirían sus amos, pensaba suicidarse porque creía que los presos habían huído, pero no era así. Pablo le gritó que no se hiciera daño, que ellos estaban allá. La pregunta que sigue es: ¿Por qué razón ocurrió todo eso? Quizás el Señor quería que el carcelero tuviera un encuentro personal con Él, a través de sus discípulos. Quizás el carcelero y su familia necesitaban oir la palabra de Dios.
Nuevamente, el Señor pone una sola condición. Cuando el carcelero les dice: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Qué fácil condición, pero también qué difícil mantener esa creencia, mantener la fe, la confianza y la esperanza en el Señor Jesucristo. Sabemos que solos no podemos. Aunque nos esforcemos, sin la ayuda, motivación y fidelidad de Dios, nada podemos. Pero si nos abandonamos en Cristo podemos estar tranquilos, porque como dice Filipenses 2:13, Dios produce en nosotros tanto el querer como el hacer. El querer creer en el Señor y el hacer lo necesario para mantener viva nuestra fe.
Además, hay dos promesas maravillosas que nos llenan de gozo y tranquilidad: 1- Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, 2- tú y tu casa. Porque detrás de cada uno de nosotros está nuestra familia y qué mayor tranquilidad que saber que si creemos en Él, nosotros y nuestras familias serán salvas.
Amado Padre, como todos los días, hoy queremos darte muchas gracias, porque nos has enseñado que si creemos en ti, nosotros y nuestras casas serán salvas y que solos no podemos. Por ello, nos recostamos en tu regazo confiados de que pones en nosotros tanto el querer como el hacer. De ti dependemos Señor. Te adoramos y oramos en el nombre de Jesús, amén.