AGOSTO 31 

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

LA PALABRA DE DIOS

COLOSENSES 3:12-17

12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

REFLEXIÓN

Tenemos la certeza de haber sido escogidos por Dios quien para restaurar las relaciones con nosotros envió a su hijo para que con su sacrificio personal abriera nuevamente la puerta de comunicación con Él.

Por ello, conscientes de nuestra bendición debemos ser diferentes, no solo en lo físico, sino en nuestra manera de vivir y comportarnos como sus escogidos mostrando al mundo los frutos del Espíritu Santo: misericordia, benignidad, humildad, tolerancia, paciencia y sobre todo, amor. (Gálatas 5:22). Si actuamos de esa manera, el Señor nos promete que su paz estará allí en nuestros corazones gobernando nuestra vida.

Así que, debemos agradecer al Señor, alabarle, adorarle y acompañarnos con nuestros hermanos en la fe para nuestro crecimiento espiritual y tratar de que todo lo que hagamos lo hagamos en su nombre.

Amado Padre celestial. Te damos muchas gracias por tu infinito amor, por tu paciencia para con nosotros, pero principalmente por haber mandando a tu hijo unigénito para que pagara el precio de nuestros pecados. Te suplicamos Padre santo que nos fortalezcas en el camino de nuestras vidas y que conforme a tu fidelidad nos mantengas esculpidos en el hueco de tu mano. Gracias otra vez Dios, en el nombre de Jesús. Amén.