JULIO 28
JONAS 4: 1-11
1 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.
2 Y oró a Dios y dijo: Ahora, oh Señor, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
3 Ahora pues, oh Dios, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.
4 Y Dios le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?
5 Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.
6 Y preparó Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.
7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.
8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.
9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.
10 Y dijo Dios: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.
11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Al parecer, Jonás tenía una relación muy personal e íntima con Dios. Si no fuera así, no hay explicación lógica de la forma en que se dirigía a Él. Realmente, Jonás no quería a la gente de Nínive; es más, el consideraba que no valía la pena reconvenirla para que se se volviera a Dios y por eso huyó del Señor cuando Él le ordenó ir a predicar arrepentimiento y por eso se quejaba amargamente recriminándole como un adolescente, por ser bondadoso y clemente. Lo que él esperaba era que el Señor la destruyera, pero en cambio de eso, los perdonó.
Jonás estaba realmente bravo, sentía que tenía la razón pero que Dios jamás se la daría, así que salió de la ciudad y se sentó en un cobertizo hecho por él mismo a mirar desde lejos la ciudad y a esperar a ver qué pasaría.
En ese momento Dios realizó unas accciones que llevarían a Jonás a entender que sus designios son perfectos y que nuestros razonamientos son tan parciales como el juicio que se hace de una persona mirando una foto. Primero dispuso que creciera sobre él una calabacera que le diera sombra y un poco de comodidad. Jonás se puso feliz por el alivio que sentía. Pero a la mañana siguiente, Dios dispuso un gusano que se comiera la planta, de manera que ya no tenía sombra y cuando el sol apretaba, sus rayos caían directamente sobre la cabeza de Jonás. Ahora, insolado deseaba realmente morir para quitarse ese martirio.
El Señor lo reconvino diciéndole que si estaba triste por una planta que no había sembrado ni cosechado y que solo había durado un día, se diera cuenta del valor de toda una ciudad con más de 120000 personas sin contar los animales.
Este pasaje nos enseña varias cosas:
1. Que podemos hablar con Dios en nuestras propias palabras, expresándole nuestras emociones tal como las sentimos. Eso hace uno cuando tiene una relación íntima con alguien y mucho más con nuestro Dios.
2. Que el Señor tolera nuestros berrinches y trata de hacernos entender por medio de ejemplos claros el porqué de sus decisiones. Como Jonás si lo hacemos con el corazón limpio y sin maquinaciones, Dios es clemente, tardo para la ira, misericordioso y nos soporta en esos momentos en los que actuamos como niños.
3. Dios es infinitamente misericordioso y amoroso. Él no nos necesita y una persona más, o menos en la tierra no iba a hacer diferencia para Él, Sin embargo se condolió no solo de las personas sino de los animales que allí vivían y cuando todos hicieron sacrificios de arrepentimiento y se volvieron de sus malos hábitos, se conmovió su corazón y los perdonó.
4. Si Dios perdona, ¿quienes somos nosotros para tomar actitudes de rencor y considerar a otros como malos, sabiendo que bueno solo hay uno: Jesús?
Esta historia nos recuerda que, incluso cuando nos resistimos a los planes de Dios, Él sigue buscándonos y ofreciéndonos una segunda oportunidad. Jonás finalmente aceptó su misión y predicó en Nínive, lo que llevó al arrepentimiento de la ciudad.
Que esta reflexión sobre Jonás nos inspire a estar atentos a la voz de Dios en nuestras vidas y a responder con obediencia y confianza, sabiendo que Su misericordia es infinita.
Amado Padre, qué hermosa palabra nos has dado. Gracias por enseñarnos de tu paciencia, de tu misericordia, de tu capacidad de perdonar, de tu amor. Gracias por hacernos entender que nos perdonas mucho y comparativamente perdonamos poco. Gracias por quebrar nuestra cerviz y hacernos deponer nuestro orgullo para perdonar y aceptar que perdones a quien quieras. Te adoramos Señor. Amén.