MAYO 10
HEBREOS 12:3
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
2 CORINTIOS 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
MATEO 11-28-30
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
¿Qué tan ligera es nuestra maleta? Desde que recibimos al Señor en nuestro corazón y el perdonó nuestros pecados, la maleta que cargamos es liviana porque esa carga que llevábamos y nos agobiaba, no existe más. El Señor Jesús pagó ese precio tan grande con su vida y nos permitió andar ligeros y por ello, como dice Hebreos, "despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante".
Desde el momento mismo en que tuvimos nuestro encuentro personal con Jesús, nuestra vida dio un vuelco total. Quizás no lo notamos en ese momento, pero si pensamos un poco, recordamos que comenzamos a tener una sensación de urgencia por oir la palabra, mirábamos de manera diferente lo que quizás habíamos oido durante toda nuestra vida. Queríamos más, y más del Señor. Ese, el primer amor, fue la primera manifestación de que nuestra vida era nueva. Con Corintios reitero que "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas".
Cuando somos conscientes de esa maravillosa relación que establecimos con el Señor, cuando somos sensibles a su presencia, cuando al mirar a nuestro alrededor lo vemos en cada planta, en cada animal y en los atardeceres, cuando miramos nuestras manos y pensamos en nuestros ojos y tenemos la conciencia de su poder y perfección, nos transportamos a su presencia. Sin embargo, nuestra vida en el mundo continúa y de pronto pareciera que se nos vienen encima todos los problemas. Esa es otra señal de nuestra relación efectiva con el Señor, quien sabedor de ello nos dice en Mateo "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar".
Él, consciente de ello, nos dice en Juan 16: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". Por ello, no dejemos que se nos llene nuevamente la maleta. Nuestros pecados pasados, presentes y futuros ya están perdonados y nuestros problemas, dolores, fracasos y frustraciones se los entregamos cada día a nuestro Padre y a su hijo y los cambiamos por los suyos, tal como nos dice Mateo: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Amado Señor queremos andar por el mundo sin cargas que nos agobien, sin el recuerdo de pecados pasados y con la convicción de que a pesar de nuestra imperfección, de nuestra imposibilidad de pasar sin pecar, nunca nos debemos separar de nuestro Señor. Te damos muchas gracias porque por tu inmenso amor todo en nuestra vida es nuevo. Gracias por cargar el peso de nuestros pecados y problemas y cambiarlos por ese yugo tuyo tan ligero y suave. Te suplicamos Señor que nunca nos dejes alejarnos de ti. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.