ABRIL 22

Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis al Señor vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.

Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis al Señor vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.

LA PALABRA DE DIOS

ÉXODO 10:14-19

14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;

15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.

16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el Señor vuestro Dios, y contra vosotros.

17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis al Señor vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.

18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Dios.

19 Entonces Dios trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.

REFLEXIÓN

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha sido testigo de terribles plagas que han azotado a muchas personas y pueblos. Hoy día, la historia se repite y curiosamente tendemos a buscar explicaciones racionales, a actuar por nuestra cuenta y a olvidar quién es el dueño de todo  lo que existe. 

Así como la langosta atacó al pueblo de Egipto y ni los hechiceros ni "científicos" de la época pudieron hacer nada para acabar con esa plaga, y los egipcios no se arrepintieron y su faraón no dió su brazo a torcer aunque tenía la evidencia de la mano de Dios, actualmente, frente a estas plagas que nos acosan, muchas personas siguen pensando que la ciencia es la única capaz de neutralizarla y que nada diferente la podrá acabar. 

Quién hubiera pensado que un ser microscópico, de un tamaño tan pequeño y aparentemente tan elemental frente a la grandiosidad del hombre y los avances de la ciencia, hubiera puesto en jaque a todo el planeta. Los poderosos se enfrentaban, la economía se vino abajo, el contagio diariamente era inmenso, la muerte rondaba, el personal de salud se exponía, pero tambien protestaba. En fin, todo era un caos. Sin embargo, las familias se consolidaron, el plantea respiraba, los animales salvajes se dejaban ver, y el amor y la esperanza florecían en medio del desconcierto generalizado.

Nuestra respuesta a lo que aconteció no debió ser la de faraón, quien en el momento del problema reconoció a Dios su pecado, pero fue solo eso, una respuesta reactiva ante el temor e impotencia. Dios ciertamente nos escucha, pero tambien sabe de nuestra constancia y entrega o de nuestra reactividad a los hechos que se sobrevienen.

Dios tal como lo hizo en Egipto tiene el poder para quitar cualquier plaga. Él no necesita acudir a la ciencia ni necesita ayuda para actuar. Por ello, tal como Moisés lo hizo, debemos orar al Señor con todo nuestro corazón y con la certeza de que siempre acudirá en nuestro socorro.  Por ello, no debemos olvidar y mucho menos dejar de estar en la presencia de nuestro Señor. Dios quiere que dependamos de Él, que nos abandonemos, que tengamos una fe verdadera y la certeza de que su amor nos protegerá siempre.

Amado Señor, Dios todopoderoso, tardo para la ira, compasivo y misericordioso, aquí estamos frente a ti, con el corazón agobiado, asustados por la forma como se sobrevienen los hechos. Hay mucho sufrimiento, hay dolor y hambre Señor, muchos enferman o pierden a sus seres queridos; las guerras campean y los muertos y sus familias no dan más. Señor, por favor sabemos que nos escuchas y que si quieres puedes. Por nuestra parte, te pedimos perdón por lo malos que hemos sido. Por desobedecer tus mandatos y por no ser verdaderos  testimonios de tu amor. Por favor Señor muéstranos tu amor, sánanos, libéranos y ten paciencia con nuestra infidelidad. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús dándote gracias, amén.