ABRIL 9
ISAÍAS 41:10-13
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.
12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra.
13 Porque yo soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
SALMOS 103: 1-6
1 Bendice, alma mía, a Dios, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Dios, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
6 Dios es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia.
JOSUÉ 1:9
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
2 TIMOTEO 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
¿Quién no ha sentido temor? ¿Quién al sentirse amenazado por motivos de salud, laborales, familiares, o de cualquier índole, no ha sentido un vuelco en el estómago y la desazón subsecuente? La noche, nuestra mejor y peor amiga, aparece ominosa cuando nos desvelamos pensando en lo impotentes que somos frente a las circunstancias de la vida.
Sin embargo, tengo una buena noticia. Dios, conocedor de nuestros corazones, de nuestras vidas, que nos ama inconmensurablemente, nos dejó en la palabra sus promesas y una de ellas, nos devuelve la paz que tanto necesitamos en momentos de desierto. Isaías nos regala esa maravillosa palabra que nos dice claramente "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". Tenemos la palabra de nuestro Padre celestial, llena de amor y protección que genera en nosotros esa paz que sobrepasa todo entendimiento y termina diciendo "Porque yo soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo".
David en el salmo 103 reconoce al Señor todos los beneficios que recibimos por su amor. Perdona nuestras iniquidades, sana nuestras dolencias, nos saca del lodo cenagoso, nos regala su misericordia y su bondad, nos lleva a las alturas y nos mantiene seguros, protegidos por su mano.
Por nuestra parte, sabiendo todo eso, no tenemos opción diferente a postrarnos en su presencia para derramar nuestros corazones, contarle de nuestros temores y abandonarnos en sus manos, pidiéndole que reciba nuestros temores y dándole gracias porque como dice Timoteo, no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio".
Por ello, nuestro Padre nos lo dice en Josué "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas". Con esa tranquilidad y seguridad que nos da su palabra, protegidos bajo sus alas, con la certeza de que siempre nos acompaña, nos sustenta y nos ayuda, podemos desechar el temor. Estamos en las manos del dueño del Universo.
Amado Señor, ¡Qué tranquilidad y gozo nos produce saber que eres nuestro Padre, que nos amas y nos proteges! Nos quedamos cortos para expresarte nuestra gratitud y para pedirte perdón por nuestra limitada fe y nuestra infidelidad. Sin embargo, sabemos que conociendo nuestros corazones, nos tienes paciencia y nunca nos quitarás la salvación aún a pesar de nosotros mismos. Ayúdanos a ser mejores cada día para ser más agradables a ti. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.
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