OCTUBRE 21
RUT 3:1-5
1 Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?
2 ¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas.
3 Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.
4 Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer.
5 Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes.
Rut moabita, se había casado con un hijo de Noemí quien después de una penosa enfermedad falleció. Su suegra le había indicado que siendo que su marido había muerto podría regresar a su pueblo y a sus dioses. Sin embargo, ella se negó. Ella amaba a su suegra y no quería dejarla sola pasando necesidades.
Estaban en muy mala situación económica, así que Rut decidió ir a recoger las espigas que caían a los que segaban el trigo y la cebada. En ese momento se usaba que los pobres fueran tolerados recogiendo el grano que se les caía durante la cosecha.
Rut le llevaba a su suegra Nohemí lo que lograba recoger, pero ella estaba preocupada porque Rut era una mujer joven y merecía tener un nuevo esposo e hijos. Por ello pensó que Booz, su pariente, podría casarse con ella y sacaralas de esa terrible situación económica que estaban viviendo.
Y le dijo a Rut que se arreglara muy bien y se fuera a la fiesta de cosecha que estaban celebrando y que se pusiera a los pies de Booz y cuando el notara que estaba allí, le declarara que estaba dispuesta a aceptarlo en su vida.
Rut decidió obedecer a su suegra y por eso le dijo "Haré todo lo que tú me mandes".
En este pasaje se pueden observar 2 situaciones clave: La primera, es que a pesar de que Nohemy la estaba incitando a que se fuera para su casa, ella le dijo que no. Un no rotundo que le mostró su firmeza y decisión de quedarse para siempre con ella. Esta primera situación se puede extrapolar a nuestra relación con el Señor. La mejor manera de hablarle al Señor es manifestarle claramente, que no importa nada, no nos moveremos de su lado.
La segunda cosa fue la obediencia de Rut a su suegra. Cuando hemos entregado al Señor nuestra vida espiritual, la obediencia nos manda a contestarle: "Haré todo lo que tú me mandes". Y, si decidimos que no nos vamos de su lado, a pesar de todo lo que pensemos, oigamos y hagamos, el Señor Jesús toma muy en serio nuestras palabras y trabaja en nosotros, calladamente.
Amado Padre sabemos que trabajas permanentemente en nuestras vidas. Como Rut queremos lavarnos, ponernos vestido nuevo y prepararnos para que nos perdones los pecados. Como Rut decimos que por ningún motivo queremos separarnos de ti. Como Rut queremos destapar tus pies y pedirte que extiendas tu manto sobre nosotros. Te adoramos Señor y oramos en el nombre de Jesús, amén.