SALMOS 105: 1
Alabad a Dios, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos.
MATEO 5: 14 - 16
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos
MATEO 28: 19. - 20
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
MARCOS 16: 15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
2 TIMOTEO 4: 1 - 2
1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina
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¿Quién de nosotros no ha sentido incomodidad o temor de hablar acerca de Dios? En muchas ocasiones cuando nos encontramos en grupos de personas que por su formación o su importancia merecen nuestro respeto, nos sentimos intimidados para expresar nuestra fe en el Señor. No se trata de que dejemos de creer sino del temor a ser mirados con conmiseración o seamos objeto de una burla soterrada. Efectivamente, es solo el temor, porque paradójicamente cuando nos atrevemos a hablar de nuestro Dios, su respaldo llega inmediatamente y aquellas personas de quienes sentímos temor, tratan de alinearse a nuestra confesión de fe. Habrá algunas a quienes el tema les resbale, pero de todas maneras el hecho de atrevernos a hacer público nuestro amor y dependencia de nuestro Señor deja en nuestros corazones un sentimiento de satisfacción y felicidad que bien valen la pena. De ahí en adelante, la tarea es de Dios.
La palabra nos dice en varios versos nuestra obligación de ir a contar la buena nueva a todas las naciones y nos recuerda que somos luz, no para que la llevemos escondida sino para que brille. Que brille la luz, no nosotros. Pero, más allá de nuestra obligación considero que es imposible dejar de contar sus maravillas en nuestras vidas. Cada uno de nosotros puede recordar de qué hoyos nos sacó el Señor porque ya estábamos en su corazón y lo agradecidos que en esos momentos estábamos.
Cuando pasa el tiempo tendemos a olvidar un poco esa primera razón para agradecerle y adorarlo, de manera que invito a que reflexionemos acerca de ello. Seguro que sentiremos nuevamente la gratitud para con nuestro Señor y si además pensamos en cúantas veces hemos sentido su presencia en la felicidad, en el triunfo, en las caídas, en el dolor, no tendremos opción diferente a publicar su grandeza para que otros lo conozcan y lleguen a sus pies. A los pies de ese Señor amoroso y protector que siempre está con nosotros.
Amado Padre, gracias por tu amor, gracias por todas las cosas que has hecho en nuestras vidas. Sin ti nada somos. Te pedimos por favor que pongas en nosotros el valor para contar acerca de ti. Que toda persona que conozcamos sepa quién eres. Sabemos que no tenemos que preocuparnos por lo que diremos porque tú nos capacitas en el momento justo. Te adoramos y oramos en el nombre de tu hijo Jesús, amén.