SALMOS 91:1-8
1 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo al Señor: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.
3 Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.
4 Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad.
5 No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día,
6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya.
7 Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.
8 Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
Este salmo está dedicado a aquellos que tenemos una relación personal e íntima con Dios. Para los que moramos bajo su sombra. Esas promesas maravillosas de protección nos las ha dado con una única condición: que habitemos a su abrigo; que nos refugiemos en Él, en nuestro amado Padre celestial.
Su protección se manifiesta en cada una de las circunstancias adversas que nos puedan amenazar. Nos librará de los que nos persigan, de las plagas y pestes. Si, podemos estar seguros ahí, en el hueco de su mano, protegidos bajo sus alas.
Ya de nada tendremos que temer, porque nos protege el poderoso de Israel, nuestro Dios, nuestro creador, nuestro Padre. Ni al terror nocturno, ni a saetas que vuelen de dia, ni a pestilencia, ni a mortandad. (Versos 5 y 6). Estaremos bajo su sombra y aunque caigan miles, a nosotros nada nos pasará. De eso seremos testigos y por ello debemos agradecer a Dios y permanecer a su abrigo.
Amado Señor queremos darte muchas gracias porque tu amor se manifiesta en el cuidado que tienes de cada uno de nosotros. Gracias porque en ti estamos seguros y nuestros temores ya no tendrán cabida. Frente a la magnitud de tu amor solo nos resta postrarnos a tus pies y declarar que eres todo para nosotros y que en ti descansamos. Amén