JUAN 10: 7-11
7 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Es muy reconfortante leer a Juan porque su enfoque es hacia el amor de Jesús. Está orientado hacia ese amor tan grande que lo llevó a aceptar la muerte por nuestros pecados y nuestras enfermedades. Como Él mismo lo dijo en Juan 15:13: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos."
Y Jesús dio la vida por nosotros. No podemos dudarlo y además nos enseña que podemos ir al Padre a través de Él. La alegoría que hace es con las ovejas, esos animales tan mansos usados como símbolo de la mansedumbre, de la bondad y de la paz. Los corderos son en realidad animales indefensos, obedientes y que no hacen daño a nadie.
El Señor hace claridad en el sentido de que cuando los que no son de Dios llaman a las ovejas, ellas no los oyen y solamente reconocen la voz de su pastor. Cuando Jesús nos llama y lo invitamos a morar en nuestros corazones, lo aceptamos como nuestro Señor y salvador, Él nos hará ovejas de su redil, para habitar en sus pastos seremos salvos y naceremos de nuevo para tener una vida nueva y abundante.
Amado Señor Jesús gracias por aceptarnos en tu redil. Somos las ovejas de tu prado y podemos vivir tranquilos porque Tú nos conoces y no nos abandonas y si alguno de nosotros se aleja, tu nos buscas y nos traes sobre tus hombros, para que estemos seguros y el enemigo no tenga acceso a nosotros. Gracias Señor porque Tú eres el buen pastor que ha dado su vida por sus ovejas. Por favor Señor cárganos sobre tus hombros y no nos dejes aún a pesar de nosotros mismos. Amén.