OCTUBRE 23

¿Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.

¿Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.

LA PALABRA DE DIOS

SALMOS 104:24-28

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.

25 He allí el grande y anchuroso mar, en donde se mueven seres innumerables, seres pequeños y grandes.

26 Allí andan las naves; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.

27 Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.

28 Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien.

REFLEXIÓN

Cuando miramos hacia el horizonte, cuando presenciamos el amanecer y la puesta del sol, cuando alzamos los ojos hacia el firmamento, cuando miramos las plantas, de tantas especies, cada una con sus características que las hacen diferentes de las demás, cuando miramos a los animales, de tántas especies, cada uno diferente del otro, cuando miramos a cada persona, no tenemos otra expresión que la de adorarte y maravillarnos con tu creación. 

Pero si nos adentramos en cada uno de los seres vivos, en sus órganos, sus células, sus átomos, su ADN, no nos queda la menor duda. ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Nadie en todos los siglos desde la creación del mundo te iguala a ti, el creador de la vida, el creador del universo.

Cuando repasamos el proceso de crecimiento de una persona desde el vientre de su madre, miramos que las células llevan toda la información  que las diferencian, para que cada ser tenga las destinadas a ser huesos, músculos, nervios, neuronas, a ser esos deditos, cada uno con su uña, cada carita con sus ojos tan complejos y con un cerebro que supera el mayor invento hecho por el hombre.

Además, ha dado al hombre la capacidad de desarrollar su inteligencia para su progreso y el de la humanidad. Cuando miramos elevarse un avión, tan pesado, cuando vemos las naves atravesar los mares, cuando vemos la exploración al espacio, no podemos tener una expresión diferente a la adorarte por tu poder, por tu magnificencia, por tu amor. Porque, ¿Qué somos para que el creador del universo se fije en nosotros que proporcionalmente tenemos un tamaño infinitesimal?

¿Quiénes somos para que el Dios del universo se haya condolido de su pueblo y haya dado a su único hijo para que pagara por nuestros pecados? Todo esto se escapa de nuestro razonamiento y limitación, pero nos permite percibir la grandeza de Dios y su amor.

Ahora bien, si nosotros debemos trabajar para vivir, ¿cómo hacen los animales? ¿Cómo saben qué van a comer? No tienen que pensarlo, porque Dios a todos alimenta y sustenta. Ellos simplemente lo saben. 

Por ello, queremos amado Señor adorate y humillarnos en tu presencia, reconocer tu omnipotencia, reconocer tu poder, reconocer que eres el dueño de la vida, que por tu palabra todo fue creado. Gracias Señor, muchas gracias por lo que haces permanentemente por nosotros. Permanente y calladamente, a pesar de nosotros mismos. Te adoramos Señor. Amén.