SALMOS 46: 10
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
LUCAS 5: 16
Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba
Todos oramos, de diferentes maneras, con diferente frecuencia, a diferentes horas; en fin, la pregunta que propongo es: ¿Estamos satisfechos con nuestra oración, o consideramos que podemos mejorar?
En lo personal considero que puedo mejorar. Mi momento de oración puede cambiar para bien. No me refiero a esa oración que se hace permanentemente por todo lo que nos ocurre, esa que se vuelve un poco mecánica. No, me refiero a la que se hace conscientemente todos los días. Recuerdo a la señora del Pastor de la iglesia que nos enseñaba acerca de ese tema, quizas buscando que disfrutáramos esa íntima relación con el Señor, en la que no solo hablamos sino que lo escuchamos y sentimos su presencia.
Si reflexionamos un poco, cada uno de nostros tiene su lugar, su lugar secreto donde solo estamos Él y nosotros y podemos hacer el devocional para iniciar el día con la certeza de su amor y cuidado. El Señor Jesús, dice la palabra, se iba al monte a orar solo, se aislaba para estar con su Padre, no solo al comenzar el día, sino cuando estaba cansado, cargado, muchas veces, y eso para nosotros es una enseñanza.
En todos los momentos en que sintamos esa necesidad de acercanos a Él, hagámoslo. Derramemos nuestro corazón y después quedémonos frente a Él quietos, en silencio esperando su palabra, confiados como niños en su amor y protección. Con seguridad nos sentiremos renovados y listos para enfrentar el mundo.
Amado Señor, queremos darte muchas gracias porque con tu ejemplo nos has enseñado la mejor manera de acercarnos al Padre. Te pedimos por favor nos ayudes a mejorar nuestra manera de orar, a ser conscientes de la importancia y deleite de estar en tu presencia, allí en nuestro lugar secreto donde solo estamos contigo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.