MARZO 17

No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo.

No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo.

LA PALABRA DE DIOS

JEREMÍAS 17:14-17

14 Sáname, oh Dios, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.

15 He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Dios? ¡¡Que se cumpla ahora!

16 Mas yo no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia.

17 No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo.

RFLEXIÓN

Los temores nos acechan. Las noticias son cada vez más ominosas, el futuro se ve negro. Sin embargo tenemos donde escondernos. Somos los hijos del Altísimo, que nos amó tanto que mandó a su hijo para que muriera por nosotros y pagara por nuestros pecados. Por ello debemos sobreponernos al temor y recordar a cada instante que nuestro Padre cuida de nosotros porque somos las ovejas de su prado.

Por ello, como lo expresó Jeremías, acerquémonos al Señor para recordar su palabra y decir "Sáname, oh Señor, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza". Qué maravilloso tener la certeza de que protegidos por Él nada nos tocará. Debemos recordar permanentemente esa promesa y todas las que nos ha hecho a través de su palabra.

A veces nos sentimos inseguros de contestar a quien nos cuestiona de la magnificencia y ominpotencia de nuestro Dios, pero debemos recordar que Él está por encima de todo y se mueve en otro plano. Que así como en Egipto preservó a su pueblo de toda clase de plagas, así mismo, protege a sus hijos de cualquier peste. Que aunque caigan mil a la derecha y otros tantos a la izquierda, nada nos sobrevendrá porque Él está con nosotros y manda ángeles a nuestro alrededor para que nos sirvan y protejan.

No queremos quejarnos de nadie, porque no nos corresponde criticar a nadie y mucho menos desear el mal de nadie. Lo que queremos es que nos mire compasivamente. nos salve y nos sane. Queremos implorarle por nuestras familias para que por extensión las tenga a su lado, con nosotros y las proteja de todo mal.

Amado Señor, este es un momento de súplica, de arrepentimiento, de reconocer tu magnificencia, de recordarte que somos tus hijos y que tu palabra nos garantiza tu amor y protección. Nosotros queremos decirte que de nuestra boca solo salen alabanza, adoración y ruego porque como tu palabra dice: "No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo". Sí, Señor, eres nuestro refugio y por ello te damos muchas gracias. En el nombre de Jesús, amén.