FEBRERO 14
JEREMÍAS 31:31-34
31 He aquí que vienen días, dice el Señor, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Dios.
33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Dios: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Dios; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Señor; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
OSEAS 2: 14 y 19
14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.
19 Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.
HEBREOS 10: 16-17
16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,
17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Qué maravilloso es el Señor que se ha rebajado hasta nuestra humanidad y ha tenido la condescendencia de hacer pactos sin tener en cuenta nuestras debilidades, nuestras infidelidades, nuestras rebeliones. Si; me conmueve hasta las lágrimas leer estos pasajes en los que el mismo Dios declara que pondrá sus leyes en nuestras mentes, y las escribirá en nuestros corazones.
Nadie, según su palabra necesita algo diferente a acercarse al Señor con todo su corazón, para que su palabra penetre hasta las coyunturas de sus huesos y sienta y sepa que es nuestro Señor. No debemos preocuparnos porque nos dice que es su tarea.
¿Qué nos corresponde hacer? Solamente pararnos frente a Él, reconocer su majestuosidad, su infinito amor y abandonarnos a su voluntad. Oir sus palabras grabadas en nuestros corazones y lanzarnos al vacío, con la certeza de que como dice su palabra todo nos ayuda para bien conforme al propósito para el que hemos sido llamados.
Amado Padre celestial, qué difícil es encontrar las palabras adecuadas para expresar nuestra admiración, son sentimientos que no podemos describir pero nos llenan el alma. Gracias por grabar en nuestros corazones tus leyes y por perdonar y olvidar nuestros pecados. Gracias por esa muestra de infinito amor al darnos a tu hijo para que pagara el precio para que tuviéramos una nueva vida. Te presentamos todos nuestros planes, nuestros deseos, nuestras dificultades y estamos dispuestos a esperar porque sabemos que tienes para nosotros el cómo y el cuándo para que ese plan perfecto se haga realidad en nuestas vidas. Te adoramos en el nombre de Jesús, amén.