DICIEMBRE 22
LUCAS 1:39-45
39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;
40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.
41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,
42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
María estaba ya esperando a Jesús cuando decidió ir a a visitar a su prima Elizabet que también esperaba el nacimiento de su hijo, fruto de la promesa que le hiciera a Zacarías su esposo un ángel del Señor. Seguramente María estaba un poco preocupada porque Elizabet ya tenía bastantes años y su embarazo podría ser complicado. Por eso dice el versículo 39, que María se fue de prisa a visitarla.
Cuando llegó y saludó a su prima, dice la palabra, que el bebé de Elizabet saltó en su vientre y ella fue llena del Espíritu Santo y por ello le dijo esas palabras proféticas que le anunciaron que sería única en este mundo, por llevar en su vientre al hijo de Dios.
En esa época las comunicaciones se daban de manera muy diferente a como se dan en la actualidad. Seguramente Elizabet no sabía que María esperaba un hijo, y eso explica el asombro y la emoción con que se dirigió a su prima.
¡Qué hermosas palabras y que profecía tan fuerte! De hecho, a partir del momento en que María aceptó la propuesta del Ángel Gabriel, para siempre será la mujer más bendecida de todas cuantas existan en toda la historia. Sólo María es la madre de Dios y por ello es bienaventurada. Porque creyó y aceptó sin dudar, sin importarle las conscuencias.
Este tiempo, previo a la celebración del nacimiento de Jesús, es para reflexionar acerca de lo que significa este único hecho, que cambió la vida de todos y nos permitió pasar de la muerte a vida. De lo que significa que Dios haya enviado a su unigénito hijo para que pagara el precio de nuestros pecados y nos haya hecho libres.
Señor, hoy queremos darte muchas gracias, especiales gracias porque somos conscientes de la importancia de la venida de tu hijo Jesús. Queremos además recordar a María, una mujer del común que creyó en Ti y en tu palabra y se expuso a todo tipo de vejámenes por aceptar ser la madre de Jesús. Permítenos Señor recordar a María como un ejemplo de vida, de entereza y aceptación para que a través de ella se hubiera dado la venida de Jesus, que hoy celebramos. Te adoramos Señor, amén.