NOVIEMBRE 22
Mateo 8:14-17
14 Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.
15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.
16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
Durante los tres años que Jesús ministró hizo toda suerte de milagros, como evidencia de que era realmente el hijo de Dios, porque se compadecía de la gente y para que sus discípulos entendieran quién era. Él siempre hacía lo que su Padre le ordenaba. Por eso, en muchas ocasiones mencionó que lo que Él hacía era lo que su Padre le había mandado. Él hacía vivo el dicho que actualmente se sigue utilizando: "que se haga la voluntad de Dios", pero no en el sentido de que no podemos hacer nada más con respecto a alguna cosa y le echamos la culpa a la voluntad de Dios del resultado malo o funesto de nuestras decisiones.
En esta oportunidad, Jesús sana a la suegra de Pedro, quien estaba acostada con fiebre. Jesús la vio y le tocó su mano y la fiebre se fue. Jesús no necesitaba hacer nada especial para hacer milagros. Sin embargo, la tocó y se produjo la sanidad. Y como éste, hay algunos pasajes bíblicos que muestran que algunos enfermos procuraron tocarlo para sanar. Es que de Él salía una energía sanadora como no ocurre con nadie más. La energía de Dios que usaba para hacer su voluntad. Lucas 6:19 escribe al respecto: "Y toda la multitud procuraba tocarle, porque de El salía un poder que a todos sanaba".
Como lo expresamos anteriormente, Él no necesita hacer nada diferente a hablar para sanar a los enfermos y sacar demonios y eso hizo en esa oportunidad. Lo importante, además de conocer del gran número de personas sanadas de enfermedades o espíritus, es que no hizo nada de eso para obtener gloria ni reconocimiento. De hecho, cuando sanaba a alguien le pedía que no lo dijera a nadie. Lo que Jesús hacía, Él mismo lo declaró, lo hacía para que se cumplieran las ecrituras, en este caso lo dicho por el profeta Isaías: "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias".
Este pasaje es una clara enseñanza no solo de lo que el Señor Jesús ha hecho en el pasado sino de lo que permanentemente hace en nuestras vidas. Podemos apropiarnos de esta palabra y cuando estemos frente a Él, apoyados en lo escrito en la biblia, pedirle que, como lo hizo con la suegra de Pedro y con las multitudes que lo seguían y que sanó, nos toque con su gracia y perdón y nos sane de nuestras enfermedades físicas y espirituales.
Pero sabiendo que Él no necesita tocarnos sino que su palabra ha sido suficiente desde la fundación del mundo, debemos orar con su palabra, suplicarle nos sane y que conforme a nuestra fe nos sea hecho. No siempre lo que pedimos nos es dado, pero si confiamos en Él ciegamente, nos revelará la razón por los no o después y en reemplazo de ello, sus bendiciones nos cubrirán en todos los momentos de nuestras vidas.
Gracias amado Señor por esas maravillosas enseñanzas que nos das en cada pasaje que leemos. Gracias porque nos permites entender el procedimiento para recibir tus bendiciones y sanidad. Declaramos que somos tuyos y que nos entregamos completamente a ti y tus decisiones son las que queremos. Gracias en el nombre de Jesús, Amén.